DiócesisHomilías Mons. Dorado Clausura del Octavario por la Unidad de los Cristianos Publicado: 25/01/2006: 794 Clausura del Octavario por la Unidad de los Cristianos 25 de enero de 2006 S. I. Catedral 1. Saludo Queridos sacerdotes, ministros y pastores de las distintas confesiones cristianas aquí presentes, queridos hermanos, la Paz del Señor sea con vosotros. Es el saludo del Señor resucitado que reitero como expresión del mejor abrazo de comunión y fraternidad en el Único Salvador, Nuestro Señor Jesucristo. Cada año tenemos el gozo de reunirnos, en la clausura del Octavario de oración por la Unión de los Cristianos, para acoger la Palabra del Señor que nos salva y nos llama a convertirnos, a volvernos a El, para que así seamos sus testigos en medio de este mundo que desea buscar sus propias respuestas y le cuesta oír la Palabra de Salvación. Cada año, después de unos días de oración común en iglesias de diferentes confesiones cristianas, vivimos la alegría de orar juntos al Padre común en esta Iglesia Catedral. Por la Gracia de Nuestro Señor y la fuerza del Espíritu rezaremos en nuestras respectivas lenguas la oración que nos enseñó Jesús, Padre Nuestro, que estás en el Cielo. Cada año nos animamos a vivir de forma permanente el deseo de Jesús de la unidad entre todos los bautizados. Fue su oración en la víspera de la Pasión: ‟Padre, que sean una sola cosa para que el mundo crea que me has enviado…‶ Trabajar y rezar por la unidad no es dimensión optativa de la fe, sino responsabilidad de todo cristiano porque la voluntad del Señor es clara: ‟que sean uno.‶ Acogernos como hermanos y unidos al mismo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo es una gracia tan especial que debemos confesar con alegría. Como dice el salmista, ‟con himnos y cánticos espirituales.‶ 2. Invitación a la acción de gracias. En esta ocasión quiero invitaros, con todo respeto y cercanía de hermano, a dar gracias a Dios por la fe en el Señor. Es posible que haber nacido en un país de mayoría cristiana, de cualquiera de las confesiones, de familias creyentes que nos bautizaron cuando éramos pequeños, haya podido crear en nosotros un sentimiento de que la fe nos era debida, casi a manera de cierto derecho. Y no es así, la fe no la merecemos, la fe es una gracia de Dios que debemos agradecer siempre. Cuantos amigos, vecinos nuestros, compañeros de trabajo, no se sienten hoy creyentes, incluso a pesar de estar bautizados. Si nosotros confesamos la fe, es porque Dios ha tenido misericordia de nosotros, no por nuestros méritos, de ahí nuestra oración de acción de gratitud. Rodeados de un ambiente laicista, de indiferencia religiosa, debemos clamar: Gracias, Señor, por la fe que nos has dado y a la que deseamos responder con fidelidad. La fe expresada en el Símbolo Niceno-Constantinopolitano que a continuación, hermanos de distintas naciones, de diferentes culturas, recitaremos con emoción, porque es mucho más lo que nos une que lo que nos diversifica. La fe por la que recibimos la Palabra del Señor que nos ha dicho, recogidas en el Evangelio de San Juan que se ha proclamado: ‟Yo pediré al Padre que os envíe otro defensor, el Espíritu de la Verdad, para que esté siempre con vosotros…el permanecerá siempre en vosotros.‶ Es fe plena de esperanza, de confianza, en medio de las dificultades, porque el Señor nos ha dado su Paz. Así se lee en el Evangelio de Juan: ‟Os dejo la paz. Mi paz os doy… no os angustiéis ni tengáis miedo… Ya me oísteis decir que me voy y que vendré para estar otra vez con vosotros‶ Fe en Jesucristo, el Salvador, el Redentor. Hemos oído las palabras de vida eterna del Apocalipsis: ‟Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Al que tenga sed le dará a beber gratis del manantial del agua de la vida.‶ Queridos hermanos, por la fe confesamos que Cristo es el Señor. Es lo que nos une esta noche y durante toda la vida, es lo que nos hace vivir, al mismo tiempo, con sufrimiento porque no vivimos aún la unidad con plenitud. 3. El auténtico ecumenismo. Permitidme que recuerde lo que a propósito del Ecumenismo dijo el Concilio:, ahora que celebramos el 40 aniversario de su clausura: ‟El auténtico ecumenismo no se da sin la conversión interior. Porque los deseos de unidad brotan y maduran como fruto de la renovación de la mente, de la negación de sí mismo y de una efusión libérrima de la caridad…recuerden todos los fieles cristianos que promoverán tanto mejor la unión cuanto más se esfuercen por vivir una vida más íntegra según el Evangelio‶. Recordamos con verdadera alegría y gratitud la presencia del Hno. Roger, Prior de la Comunidad Ecuménica de Taizé, cuya presencia en el Concilio fue tan significativa, junto a la de otros observadores de iglesias cristianos. El Hermano Roger trabajador incansable en la tarea de la unión de los cristianos con su vida personal, con la experiencia del monasterio, con el servicio de la comunidad a favor del ecumenismo. Pues bien, tal como nos recordó el Concilio queremos acoger el ecumenismo a partir de una conversión personal al Señor, a su Evangelio. Porque sólo así será más fácil y más auténtico el trabajo en favor de la unión. Unos y otros llamados a vivir según el Evangelio de Jesucristo, el Señor, fieles en su seguimiento. Sólo con un deseo de seguimiento de Jesús podemos vivir la dimensión ecuménica que nos preocupa. Es la gracia que deseamos para todos y que pediremos también en nuestra plegaria de intercesión. Conversión y entrega a la tarea de favorecer el mejor espíritu ecuménico entre nosotros. Yo deseo que los encuentros entre las distintas comunidades sean más frecuentes y que el espíritu del ecumenismo sea ofrecido a los miembros de nuestras iglesias porque sólo conociéndolo lo amarán y lo integrarán en sus respectivas vidas. 4. Conclusión. Hermanos, os reitero mi gratitud por vuestra presencia, por vuestra oración, por vuestro afecto. Que permanezca y crezca en la comunidad cristiana de Málaga este espíritu. Que trabajemos por hacer más fuerte la dimensión ecuménica de la fe de tal forma que al vernos siempre nos descubramos como hermanos que creen y aman a Jesucristo. Que el Espíritu del Señor Jesús venga en ayuda de nuestra debilidad y nos fortalezca con sus dones para que caminemos en presencia del Señor hacia el país de la vida. Ojalá podamos nosotros ser testigos felices del restablecimiento de la unidad entre todos los bautizados. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. 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