DiócesisHomilías Mons. Dorado

Capítulo General de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones

Publicado: 27/07/2005: 1246

Homilía de Mons. Dorado Soto
Capitulo General de las Hermanas Franciscanas de los
Sagrados Corazones.
27 de julio de 2005, Antequera.

 

1. Saludos.

Querida M. General y MM. del Consejo General, queridas Madres Capitulares.
Nos reunimos a celebrar la Eucaristía que es el acontecimiento sacramental centro y
fuente de la vida cristiana. Como decía el beato Manuel González, ‟a ella todo
converge, de ella todo dimana‶.

Celebramos el Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
Toda la vida de Jesucristo es entrega, es don por nuestra salvación y es por su Pascua
por quien hemos recibido el Espíritu Santo, ‟Señor y dador de vida‶.

Queridas religiosas, necesitáis siempre, pero muy especialmente este día en el
que vais a elegir el nuevo Consejo General de la Congregación, vivir del Señor y para
el Señor y permanecer disponible al Espíritu. Sólo así la elección será manifestación
de que buscáis la voluntad del Señor.

Nacisteis como Congregación en esta histórica ciudad de Antequera. El Obispo
acogió los deseos fundacionales de la venerable M. Carmen y acompañó aquellos
primeros pasos. Como actual obispo de la Diócesis, además de agradecer todo el bien
que hacéis tanto en Antequera como en Melilla con vuestra vida y con vuestras
acciones educacionales y asistenciales, deseo manifestar con mi presencia que la
Iglesia Diocesana os siente parte de la misma y reza con esperanza por vuestro
presente y por vuestro futuro.

Vosotras, reunidas en el XX Capítulo General de la Congregación también os
debéis sentir afectiva y efectivamente integradas en la Diócesis que se siente
enriquecida con los muchos carismas, servicios y ministerios que la constituyen y el
vuestro es muy especial por haber nacido aquí.


2. En la monición habéis querido resaltar actitudes evangélicas que cada día
necesitan ser más profundizadas y vividas por todos nosotros.

Que la Congregación sea ‟obediente y dócil‶ al Buen Pastor. Al escuchar estas
palabras no puedo menos de recordar el ‟pastorcito‶ que preside la Capilla del
Seminario y que tiene la siguiente frase en la cruz que la rodea: Pastor bueno, haznos
buenos pastores dispuestos a dar la vida por las ovejas.

Obedientes y dóciles al Señor para dar la vida cada día, en cada circunstancia,
en cualquier trabajo que se os encomiende. Dar la vida hasta la entrega más total en
fidelidad a quien ha dado su vida por nosotros.

Que la Congregación sea ‟portadora de Paz y Bien‶, en fidelidad al espíritu
franciscano que está en su origen. Paz y Bien que contagiaremos sólo en la medida
en que entendamos esos bienes como dones del Señor, vividos en pobreza y en
oración. De lo contrario tienen el riesgo de convertirse en expresión ideológica

Conscientes de que ‟Paz y Bien‶ son dones que escasean en el mundo de hoy,
convocado a un nivel materialista de la vida que produce carencia de la Paz del Señor
Resucitado que reiteradamente hacemos presente en la Eucaristía y que es el saludo
que Jesús ofrece en sus apariciones.


3. ‟Hay diversidad de carismas‶, nos ha recordado San Pablo en la primera de
las lecturas proclamadas.

La Iglesia está enriquecida con dones del Espíritu que han dado lugar a muy
diversas formas de vida consagrada. Carismas que han hecho nacer en la comunidad
cristiana servicios en favor de la propia comunidad y de la sociedad, con preferencia
siempre a los más pobres. Carismas diferentes y, al mismo tiempo, complementarios.

Mas en esta amplitud carismática, oimos lo que San Pablo nos enseña: ‟... el
Espíritu es el mismo... el Señor es el mismo... uno mismo es el Dios que activa todas
las cosas en todos‶

Ahí está la base para discernir el verdadero carisma. Cuando todas las
peculiaridades confiesan siempre la fe en el Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Por último el discernimiento paulino de los carismas reside en el principio de que
el verdadero don construye, edifica ‟un solo cuerpo‶, esto es una sola Iglesia en la que
vive Jesucristo Resucitado, Único Salvador.

Amad vuestro carisma específico, profundizad en el sentido de pertenencia a
la Congregación que lo vive y lo desarrolla. Al mismo tiempo, rezad en cada ocasión
para que los perfiles específicos del don de Dios que constituye vuestra vocación
tengan siempre como origen el Espíritu, el Señor, el Dios Padre. Y, sobre todo, que
cada unas de las acciones y vivencias construyan la Iglesia del Señor allí donde
vuestras comunidades están enraizadas, en cada una de las Diócesis tanto españolas
como en países americanos.


4. Las palabras de Jesús ‟Si alguno tiene sed que venga a Mí y beba...‶ expresan
lo que sólo desde la fe podemos confesar y vivir.

Jesucristo tiene que ser cada día más explícitamente vivido y predicado. El
Cristo de San Francisco, el Cristo de San Ignacio de Loyola, el Cristo de Carlos de
Focauld. Es el mismo Cristo y todos coinciden, con diversas palabras, en la necesidad
de que sea amado y de que sea imitado, especialmente en su pobreza y humildad.
Es lo que pido para vosotras en este especial día. Para las presentes y para
toda la Congregación. Que améis al Señor y que le sigáis pobre y humildemente, tanto
personal como colectivamente.

Es de lo que más tiene necesidad el mundo de hoy, de verdaderos testigos que,
a ejemplo de San Francisco de Asís, ofrezcan especialmente el testimonio de una vida
evangélica. Esta sed de valores evangélicos que os conduce a Jesucristo será saciada
por el Espíritu Santo que el Señor concede a aquellos que creen en El y le aman.


5. Permitidme, al finalizar la homilía que os haga presente algunas peticiones
que hago al Señor en favor vuestro.

Que seáis fieles al don de la vida religiosa. Que la gran preocupación vuestra
no sea tanto el futuro, sino la fidelidad al ‟hoy‶ de Dios, al presente. Os recuerdo
aquella llamada del Sínodo extraordinario: oración, pobreza y fraternidad.

Que crezcáis en amor fuerte a la Iglesia que es Sacramento de Cristo. Que
siempre os sintáis en la Iglesia, que os descubráis cada día como Iglesia. El gran valor
en este sentido es el redescubierto en el Vaticano II, la comunión. Todo lo que
desune, daña al Cuerpo de Cristo, todo lo que une, manifiesta al Señor.

Que evangelicéis explícitamente a través de vuestras distintas obras apostólicas.
La fe no se impone, pero sí se ofrece, dijo Juan Pablo II. Pero la evangelización
también exige la mejor calidad profesional, como profesoras, como cuidadoras de
enfermos y de ancianos, como catequistas. El tiempo dedicado a la formación
permanente es tiempo de fidelidad vivida.

Que vuestra manera de relación contagie aquellos valores franciscanos que son
básicos: la paz, el gozo, la humildad, la sencillez, la alegría.

Que la Santísima Virgen os acompañe siempre. Hoy también en el
discernimiento que debéis hacer en el momento de elegir a las Hermanas que deseáis
asuman la máxima responsabilidad de la vida congregacional.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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