DiócesisHomilías Mons. Dorado

Domingo I de Adviento

Publicado: 27/11/1994: 791

Domingo I de Adviento (Ciclo C)

Año 1994


Hoy comienza un nuevo ciclo litúrgico.

1.- Vuelve la entrañable liturgia de Adviento a despertar en el mundo el sentido de la Esperanza. Con la mirada al Infinito: única perspectiva en la que el corazón humano encuentra la medida de su profunda aspiración innata, y en la que descubre su perfecta libertad. A partir del Evangelio, el Infinito tiene rostro humano: Cristo. Él es el Norte y Guía del camino de Adviento; en su Natividad de Belén, en su inmediatez de encuentro con cada generación y cada vida, en su plena manifestación al final de los tiempos: TMA, 46.

Las lecturas bíblicas de hoy dirigen nuestra atención hacia la venida última y definitiva del Hijo de Dios, en la que seremos plenamente salvados. Teniendo ya a Dios en Cristo por la fe y el amor, esperamos ahora su venida gloriosa. A ella se refiere el texto del Evangelio de San Lucas que hemos proclamado.


2.- “Y entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube con gran poder y gloria”. Jesús, buen pedagogo, se expresó con el lenguaje de sus paisanos. La venida de un misterioso Hijo del hombre significaba la inauguración del Reino de Dios en su Pueblo Santo. Este reinado, divino y humano a un tiempo, condena y sustituye a los imperios inhumanos y opresores. Que Dios viene a reinar es una manera de decir que los hombres re-encontraremos en Él el centro de la vida. Porque el centro de nuestra vida está en el auténtico Dios: plenitud y fuente de la Verdad, la Sinceridad, el Amor y la Justicia. Cuando termine el tiempo, Jesús, que siendo Hijo de Dios es el hombre perfecto que recapitula en sí toda la humanidad, vendrá en su gloria divina para unirnos plenamente con Él.


3.- “Erguíos y alzad la cabeza, que llega vuestra liberación”. Para los que se mantienen fieles, la venida de Cristo no es temor, sino gozo exultante, plenitud de vida, Amistad, transfiguración de la esperanza en amor. San Lucas expresa el concepto “liberación” con una palabra griega que quiere decir Redención en el sentido de liberación de la esclavitud.


4.- “Tened cuidado, no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero… Estad siempre despiertos…”. San Lucas redacta este texto pensando en la degradación deshumanizadora del ambiente social y moral que rodea y tienta a sus lectores.

Estas palabras de Jesús no han perdido actualidad, pues los hombres seguimos matando la esperanza y embotando nuestra existencia de muchas maneras. Cuando en una sociedad los hombres tienen como objetivo casi único la satisfacción ciega de sus apetencias y se cierran  cada uno en su propio disfrute, allí muere la esperanza. Los hombres satisfechos no desean realmente nada nuevo. No quieren cambiar el mundo. No les interesa esperar una vida futura mejor. El presente les satisface y les basta. No es así como se construye en la tierra la Jerusalén de la justicia, de que nos hablaba la Primera Lectura.

Los redimidos de Cristo saben que la libertad empieza en el corazón de cada uno y se niegan a la esclavitud de la corrupción, la ambición de dinero y el ansia de placer a cualquier precio.

Conscientes de la fragilidad, viven en esa actitud de vigilancia que se realiza en la oración habitual.

El pueblo de Israel manifestaba su alegría por la cercanía de Dios y por su acción salvadora, con himnos y cánticos inspirados: el Libro de los Salmos, verdadero culmen de la experiencia religiosa de Israel y una de las joyas poéticas de la literatura universal, es un conjunto de oraciones, himnos y canciones, en que se expresan los sentimientos de gratitud, admiración y alabanza a Dios.

- “Cantad al Señor un cántico nuevo…”

- “Cantadle con tambores y cítaras”

- “Que los fieles canten jubilosos”

- “Entrad en su presencia aclamándolo con cánticos”

- “Que canten de alegría las naciones”

- “Entrad en su presencia con himnos”

- “Para Ti es mi música, Señor”

- Como la Virgen: “Proclama mi alma…”


Que en este tiempo de Adviento “el Dios de la Esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo”.

 

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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