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Día de San Juan de Ávila. Centenario del Seminario de Cádiz

Publicado: 10/05/1990: 871

Día de San Juan de Ávila

Año, 1990

Cádiz: Centenario del Seminario


1.- Hoy, fiesta de San Juan de Ávila, nos hemos reunido los sacerdotes y religiosos de las diócesis de Cádiz y Ceuta para celebrar el IV y I Centenario de nuestro Seminario y lo que el Seminario significa en nuestra vida, en nuestra Iglesia y en nuestro pueblo.

Para todos los que conocemos a este pueblo y a estas gentes, para cuantos creemos en la mediación salvadora de la Iglesia y para los que sabemos valorar el ministerio presbiteral como un don de Dios y como tarea, seguramente el Seminario provoca en nosotros muchos sentimientos, recuerdos y llamadas.

Me atrevo a pensar, porque así lo deseo y así lo creo, que la celebración de esta fiesta despierta en nosotros sentimientos de alegría y de agradecimiento, confirma nuestra fe en la presencia creadora del Espíritu Santo en nuestra Iglesia y nos convoca al compromiso y a la confianza en el futuro.


2.- Celebrar la fiesta del Centenario de nuestro Seminario es hacer memoria agradecida de muchos acontecimientos gozosos para nosotros, para nuestra Iglesia y para nuestro pueblo.

Es hacer memoria agradecida, en primer lugar, de nuestra vocación, que es un gran don de Dios para nosotros y para la humanidad. Hoy es un día para reconocer con agradecimiento y alegría la iniciativa de Dios, como nos recuerdan los textos de la Palabra de Dios que hemos proclamado; desde la fe hemos comprendido que Dios es quien ha entrado en nuestra vida al llamarnos; y esto merece ser recordado y agradecido. Y es un día para consentir de nuevo a la iniciativa de Dios y vencer esas resistencias que tenemos todos nosotros, apoyándonos más en la llamada de Dios y menos en nosotros mismos.

Este don de Dios, que nos recuerda el Seminario, no es sólo ni principalmente para nosotros, sino para la Iglesia, para que la causa de Jesús vaya adelante y para que el pueblo de Dios se edifique en la libertad de los hijos de Dios.

Nuestra Iglesia se ha nutrido y se ha construido en gran parte gracias al esfuerzo y a la entrega de tantos miles de sacerdotes que se han formado en nuestro Seminario. Tal vez los sacerdotes diocesanos, a diferencia de los religiosos, hemos sido menos diligentes en recordar a tantos y tantos hombres santos y egregios de nuestra familia diocesana. Hoy es un día propicio para recordarlos y para agradecerlo.

Cuatrocientos años al servicio de todos, como reza el lema del Centenario, son un buen activo en la historia de nuestro Seminario, que algún día habrá que contabilizar y escribir. No es difícil creer que sin el Seminario, nuestra historia y la historia de nuestra gente, sería distinta y más pobre.


3.- Los dos Centenarios de nuestro Seminario confirman nuestra fe en la presencia renovadora del Espíritu en nuestra Iglesia. Es verdad que “Dios está con nosotros todos los días hasta la consumación de los siglos”.

La historia de la Iglesia ha sido muy rica en iniciativas, en instituciones, en personas, en asociaciones, que han surgido por iniciativa del Espíritu para responder a las distintas necesidades de la Iglesia y de los hombres. ¿Por qué no pensar que la fundación del Seminario hace 400 años y su renovación hace un siglo, no son fruto de hombres carismáticos que, movidos por el Espíritu de Jesús, han creado los medios necesarios para promover las vocaciones sacerdotales y para formar un modelo de sacerdote que necesitaba la Iglesia de su tiempo?

Dejo a los historiadores la tarea de relatarnos la extraordinaria renovación que supuso en la vida de nuestra Iglesia la obra del Cardenal Zapata y del Obispo Calvo y Valero.

Yo sólo quiero subrayar el carácter carismático de estos acontecimientos que nos invitan a la confianza en Dios desde la fe en la persona vivificadora y renovadora del Espíritu en su Iglesia.


4.- ¿Y no os parece, queridos sacerdotes, que estas celebraciones centenarias son para nosotros una llamada apremiante para seguir haciendo y escribiendo lo que hemos llamado esta “historia interminable” en nuestro tiempo y de cara al futuro…?

Es curioso notar que el Papa en todas sus exhortaciones a la movilización evangelizadora de la Iglesia –“la nueva evangelización”- incluye la pastoral vocacional como una de las primeras necesidades.

Tenemos que convencernos aún más de que hacen falta sacerdotes abundantes que, con una nueva mentalidad, presidan las comunidades eclesiales, atiendan las necesidades de formación y vida espiritual de sus hermanos, atiendan a los catecúmenos, sean fermento de renovación y dinamismo espiritual para todos, promuevan la nueva evangelización y trabajen por la construcción del Reino de Dios.

Vale la pena reseñar esta frase: “el promover las vocaciones sacerdotales y cuidar del Seminario es un gesto profético, es como adelantar el futuro de la Iglesia”. Es un error pensar que en la Iglesia del futuro, menos clericalizada, no harán falta tantos sacerdotes como antes, pues podrán ser sustituidos por los seglares.

Lo que la experiencia enseña es que donde hay seglares convertidos, formados y activos, los sacerdotes no trabajan menos, sino más. Con más seglares actuando en la Iglesia y en el mundo, harán falta más sacerdotes y más religiosos y religiosas. La clericalización no depende tanto del número como de la forma de estar y actuar cada uno en al comunidad.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Cádiz y Ceuta

Diócesis Málaga

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