DiócesisHomilías Mons. Dorado Domingo de Resurrección Publicado: 11/04/1982: 910 Domingo de Resurrección Año 1982 “Verdaderamente ha resucitado. ¡Alleluia!”, fue la exclamación llena de sorpresa y de alegría de los primeros discípulos de Jesús. Lo inaudito comenzó a predicarse de Jesús de Nazaret: “a quien los hombres crucificaron, Dios lo ha resucitado”. “¡Está vivo! Nosotros lo hemos visto”. No es un retorno a la vida frágil y mortal, sino glorificación, entrada en la vida inmortal. La Resurrección es, de esta forma, un Mensaje: 1º. Que contrasta con todas las previsiones humanas: - Se quiso sepultar su Palabra y su Verdad, pero Dios la rehabilitó. - Los mismos discípulos se sienten desconcertados por el miedo, la duda y la sorpresa. - Los enemigos de Jesús quieren desacreditar ese mensaje con mil falacias. 2º. Renueva la existencia del que lo acoge con fe: Son trasladados a otro modo de vivir: en gozo, esperanza, comunión, confianza… “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo” (Rom 10, 9). Poco a poco surgirá un espíritu sin soberbia, unas entrañas sin maldad, una vida sin dureza, una mirada purificada sobre el mundo y misericordiosa sobre los hombres. La primera experiencia que tienen los discípulos de su encuentro con Jesucristo Resucitado es que sus vidas se han transformado; son otros: - Su fe vacilante y entrecortada se afianza hasta la muerte. - Siente la experiencia del perdón y de una alegría nueva. - Experimentan un renovado entusiasmo por Jesucristo. - Entienden con una nueva luz las palabras de Jesús que antes les resultaban misteriosas: la cruz, el servicio, la pobreza, la humildad… - Aquellos viejos seguidores abatidos y frustrados descubren un amor que permanece y una vida nueva que sólo saben expresar en gozo y alabanza. - Se sienten poseídos por una gracia que les sobrepasa, y llenos de alegría, con un ímpetu interior que nada ni nadie puede contener, comienzan la gran aventura misionera de anunciar el Evangelio de la Resurrección a todos los confines de la tierra. El encuentro con Jesús Resucitado ha renovado y recreado su existencia. Miran hacia adentro y se sienten diferentes. Es distinta su manera de ser y de sentirse ante las cosas. Sólo les queda una certeza: “¡Cristo vive!”, y llevan en su entraña la herida de la Pascua. 3º. A través de los cristianos se convierte en un fermento de esperanza para el mundo: La resurrección de Jesús cambia radicalmente la situación de la humanidad: Al resucitar Él, nace una posibilidad gratuita ofrecida a todos para vivir eternamente. “Muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró la vida”. Actitudes ante la vida: - Actualismo: miedo a enfrentarse con el futuro. - Los que se aferran a la esperanza intramundana: • personal: carrera, dinero, … • colectiva: revolución, … - Quien cree que no hay esperanza posible en el mundo. Decepcionado de todo. La Iglesia está llamada a ser fuente de Esperanza: - Frente al atrapado en el pasado porque escépticamente piensa que nada hay nuevo bajo el sol. - Frente al desalentado, cuyas rodillas vacilan por la dureza del camino. - Frente al desencantado porque experimenta que todo hombre es falaz. - Frente al que se automargina de todo empeño comunitario por falta de ilusión o egoísmo. - Frente al que el fracaso y el desengaño le han cegado las fuentes del corazón. - Frente al que el resentimiento esteriliza su vida hacia fuera por la agresividad y hacia dentro por la amargura. - Frente al que el roce diario ha hecho resabiado. - Frente al que la esperanza se le queda en deseo, pues no trabaja en el sentido de lo que espera… Frente a tantas enfermedades de la esperanza, el cristiano, que hunde sus raíces en el Resucitado, que sabe que la resurrección se inició en la muerte y se consumó en los cielos, debe convertirse en un fermento de Esperanza gozosa en el mundo. Y esta esperanza cristiana que vive del futuro, debe también impulsar al hombre para acometer el futuro y para trabajar por un mundo más humano, más digno y más solidario… Porque el cristiano, frente a tanta intoxicación y adulteración, frente a tanta amenaza de destrucción, frente a tanta manipulación y profanación, se atreve a esperar una tierra nueva en que habite el conocimiento de Dios, la justicia, la paz originaria y la pureza de la creación divina. 4º. La resurrección es el núcleo del cristianismo: La Iglesia es una comunidad de testigos: - Que anuncian y recuerdan. - Que celebran: en los Sacramentos. - Y que viven, en sus vidas transformadas: • en la gracia, • en el perdón, • en la fraternidad, • en la alegría. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Domingo de ResurrecciónDomingo de Resurrección Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir