Encuentro de Seminaristas de Andalucía en Cádiz

4 de mayo de 1990

Queridos amigos:

La Iglesia de Cádiz y Ceuta os da la bienvenida y os acoge con afecto. No son sólo el Obispo y el Seminario quienes os reciben, sino toda la comunidad cristiana, representada en las familias que tan generosamente se han ofrecido para acogeros en sus hogares. Precisamente en este fin de semana en el que la Iglesia celebra la Jornada de Oración por las Vocaciones de especial consagración: vosotros podéis ser portadores de la llamada de Dios a seguir a su Hijo Jesucristo.

Habéis venido para orar juntos, para reflexionar en unión y para encontraros fraternalmente todos los que en Andalucía compartís la misma vocación.

En este primer acto comunitario de nuestro Encuentro de Seminarios de Andalucía, desearía que nuestros sentimientos fuesen de gratitud y de alabanza al Señor.

Gratitud porque es Él quien nos convoca y reúne, quien dirige nuestros pasos, en quien tenemos puesta nuestra esperanza. Y alabanza porque el Señor es bueno y nos ha elegido como posesión suya, porque sus obras son grandes y maravillosas.

Nuestra oración vespertina, al comenzar este Encuentro, es una oración de alabanza al Padre y de agradecimiento por todos sus dones.

También de súplica humilde, porque sabemos que sin Él no somos ni podemos nada. ¡Ojalá que, como los primeros discípulos, experimentemos en medio de nosotros la presencia del Resucitado, que nos da su paz y su Espíritu, para superar nuestros miedos; para sentirnos enviados por Él a proclamar la Buena Noticia de la Salvación!

Que Él nos guíe en este X Encuentro de Seminarios de Andalucía que hoy inauguramos.

Encontrarse con el otro supone apertura de corazón, generosidad para dar lo mejor de nosotros mismos, humildad para acoger las riquezas del otro, transparencia para mostrarnos tal y como somos, dejar atrás prejuicios y actitudes de soberbia y altivez.

Si lo vivimos con estas actitudes, este Encuentro puede ser muy provechoso para todos, y nos podemos enriquecer mutuamente. Así seremos corresponsables en nuestra vida de fe y en el anuncio del Reino de Dios.

Con el gozo que produce encontrarse con el hermano, os doy la bienvenida a esta Iglesia de Cádiz y Ceuta y a esta ciudad.
Os acogemos con los sentimientos de alegría y gratitud con los que estamos celebrando en esta diócesis el IV Centenario de la fundación de nuestro Seminario. Durante cuatrocientos años el Señor nos ha regalado a la Iglesia y a la sociedad personas generosas y entregadas al servicio de los hombres. Ayudadnos a dar gracias a Dios y compartid con nosotros estos sentimientos.

Este centenario, este Encuentro, la vocación a la que hemos sido llamados, son un don de Dios. Que sepamos vivir estos regalos con la gratitud y alegría que merecen. Y que el Señor bendiga este X Encuentro.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Cádiz y Ceuta