DiócesisHomilías Mons. Dorado

Festividad de San José Obrero

Publicado: 01/05/1992: 852

Festividad de San José Obrero

Año 1992


1.- En el texto del Evangelio que acabamos de escuchar, Jesús proclama que se ha cumplido en su persona un texto de Isaías, en el que se describe de qué manera concreta llevará a cabo su tarea el Mesías, el Salvador esperado.

Esta escena es como el programa de lo que va a ser el ministerio de Jesús y prefigura todo lo que va a ocurrir: se anuncia la salvación para todos los hombres. Pero los incrédulos piden signos, el pueblo judío rechaza su predicación e intenta matarlo. A pesar de estas resistencias, la libertad soberana de Jesús vence a sus enemigos (recuerdo de la Resurrección) y la evangelización sigue su camino.


2.- Lucas anuncia también en este texto programático el camino futuro de la Iglesia y las condiciones de su fidelidad al Resucitado.

La misión de la Iglesia, como la de Jesús, es evangelizar, señalar la huella del Evangelio en el caminar de los hombres y los pueblos. “La nueva evangelización” de la que el mundo moderno tiene urgente necesidad y sobre la cual he insistido en más de una ocasión, debe incluir entre sus elementos esenciales el anuncio de la doctrina social de la Iglesia que, como en tiempos de León XIII, sigue siendo idónea para indicar el recto camino a la hora de dar respuesta a los grandes desafíos de la edad contemporánea, mientras crece el descrédito “de las ideologías” (CA, 5).

“La enseñanza y la difusión de esta doctrina social forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia “ (SRS, 41).

Y la Iglesia tiene hoy en España el reto de educar la responsabilidad moral de los cristianos en el campo social, económico, político y cultural, como parte integrante del concepto cristiano de vida.

Lo cual exige “un renovado impulso para el estudio, la difusión y la aplicación en todos los campos, de la doctrina social de la Iglesia” (CA, 56).


3.- El estudio de la doctrina social de la Iglesia requiere prestar atención especial al diálogo interdisciplinar, al alcance de la misma, a su extensión a todos los campos de la vida social, político y económico.

Un reto de suma importancia para la Iglesia de hoy en España es el de la difusión de la doctrina social de la Iglesia. Se trata de una doctrina que debe orientar la conducta de las personas y que, por tanto, ha de ayudar a cada uno a comprometerse en el servicio a la justicia. Un aspecto de esta proclamación del mensaje social de la Iglesia es la denuncia de los males y las injusticias. “Pero conviene aclarar que el anuncio es siempre más importante que la denuncia y es lo que da consistencia y motivación más alta a la denuncia” (SRS, 41).

“La Iglesia, experta en humanidad, ofrece en su doctrina social un conjunto de principio de reflexión, de criterios de juicio y de directrices de acción para que los cambios en profundidad que exigen las situaciones de miseria y de injusticia, sean llevados a cabo de una manera tal que sirva al verdadero bien de los hombres” (Libertad cristiana y liberación, 72).

La contribución de la Iglesia para una auténtica renovación de la sociedad es esencialmente educar las conciencias, sin forzarlas, y de esta manera robustecer las bases morales de la sociedad, desde el fundamento religioso de la vida, a partir del cual el hombre integra en una unidad viviente todas sus dimensiones.


4.- Con el estudio y la difusión es necesaria también la aplicación de la doctrina social de la Iglesia en todos los campos, que debéis asumir los seglares como tarea propia, sin esperar pasivamente consignas y directrices.

“No basta recordar principios generales, manifestar propósitos, condenar las injusticias graves, proferir denuncias con cierta audacia profética; todo ello no tendrá peso real si no va acompañado en cada hombre por una toma de conciencia más viva de su propia responsabilidad y de una acción efectiva” (OA, 49).

Frente a los gigantescos desafíos de nuestro tiempo, la Iglesia tiene la misión urgente de colaborar en la revitalización moral de la sociedad. “Los cristianos no tenemos palabras que éstas: Jesucristo, Camino, Verdad y Vida. Y con sencillez tenemos que preparar el encuentro de los hombres con el Resucitado, con Aquel que suscita y sacia a la vez un hambre de justicia más profunda que la de los hombres. Una Iglesia que sólo pudiera dar a los hombres lo que éstos ya pueden darse a sí mismos se convertiría en una Iglesia insignificante; no sería la Iglesia. ¡Feliz esta Iglesia peregrinante en plena era nuclear cuyas alforjas sólo contienen el Evangelio y la fuerza del Espíritu! Sólo así podrá ofrecer la salvación de Jesucristo Resucitado que, aunque parezca irrisoria a los ojos de los poderosos de este mundo, es la única que libera verdaderamente al hombre, a la humanidad entera”.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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