Publicado: 28/05/1988: 1167

Akathistos

Ceuta, 28 de mayo de 1988


En el último sábado del mes de mayo, nos hemos reunido en el Santuario de la Virgen de África, Patrona de Ceuta, para cantar las glorias de María, Madre de Dios y Madre nuestra. Así queremos expresar una vez más nuestro amor y nuestra devoción a la Santísima Virgen en este Año Mariano.

Unos hermanos nuestros en la fe –uno del siglo V y otro contemporáneo nuestro- nos han prestado la letra y la música. Nos hemos sentido identificados con ellos y lo hemos hecho nuestro. Nosotros hemos puesto la voz y el corazón.

Con el himno del Akathistos, rebosante de poesía y de amor mariano, hemos cantado la vida y los milagros de esa extraordinaria mujer de Nazaret, a quien llamamos Madre de Dios y Madre nuestra.

El cuadro y la imagen que resulta de María es de una belleza y una grandiosidad impresionantes: es mucha la vida que hay en Ella y son admirables los milagros que Dios ha hecho en Ella y a través de Ella.

Por eso, tras nuestra celebración contemplativa atestiguamos con las palabras del Prefacio:

“En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, porque libraste a la Virgen María de toda mancha de pecado original, para que en la plenitud de la gracia fuera digna Madre de tu Hijo y comienzo de imagen de la Iglesia, Esposa de Cristo, llena de juventud y de limpia hermosura”.

En verdad nuestra celebración ha sido principalmente un himno de alabanza a la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Porque esta nueva Eva no es la emergencia ni el resultado de las capacidades de la naturaleza humana, ni de las virtualidades secretas de un pueblo. Es el resultado del poder de la Palabra y del Espíritu de Dios, cuando actúan en el hombre y son acogidos sin reserva. En María aparece la mujer en su plenitud. Y al contemplarla, los creyentes nos convencemos de que hay salvación en la historia humana cuando en Ella pueden florecer tanta inocencia y tanta santidad como apreciamos en María.

Ha sido nuestra celebración, al mismo tiempo, un himno de alabanza a Ella. Porque no sólo es signo de que hay salvación en la historia por la gracia de Dios, sino que también Ella fue agente y coprotagonista de salvación para nosotros en la historia. Como decía San Ireneo: “fue causa de salvación” No sólo fue signo; también instrumento. Esta mujer fue capaz de cambiar el rumbo de la historia. En pocos gestos logró situar a la humanidad de cara a Dios. Sintió en lo más hondo de su ser la expectación de todos los pueblos y acogió sin reservas el gran regalo de Dios. María fue quien introdujo en la historia la semilla de la salvación definitiva: una salvación integral, de la que Ella es como una profecía de la nueva humanidad y el modelo de lo que nosotros podemos llegar a ser.

Nuestra oración ha sido esta noche, y al mismo tiempo, una glorificación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y una proclamación gozosa de que María es la Llena de Gracia y la bendita entre todas las mujeres.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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