DiócesisHomilías Mons. Dorado

La familia y la Virgen

Publicado: 10/09/1992: 1150

La familia y la Virgen

Huelva, 10 de septiembre de 1992


1.- “El futuro de la humanidad se fragua e lal familia”. Con estas palabras tan trascendentes y proféticas concluye Juan Pablo II su actualísima Exhortación Apostólica sobre “la misión de la familia cristiana en el mundo actual”.

El futuro de la humanidad se fragua en la familia, porque es su peculiar manera de vivir en familia la que configura el rostro de los pueblos. La característica identidad de nuestra patria la forjaron aquellos hogares donde se pensaba, amaba y vivía según el ideal de familia inspirado en el Evangelio.

Desde esta convicción tan profunda añade el Papa: “por consiguiente es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia”.


2.- Es necesario un esfuerzo de discernimiento y generosidad en este momento histórico porque “la familia es objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla”. No desconocemos que la “situación en que se halla la familia presenta muchos aspectos positivos que son signo de la salvación de Cristo operante en el mundo. Pero no podemos ignorar ni callar que con el cambio social se está introduciendo entre nosotros una profunda crisis de valores. En amplios sectores de la sociedad se presentan modelos y pautas de comportamiento destructor y desestabilizador de la familia, que se ofrecen como un ideal para la sociedad moderna y avanzada del futuro: el matrimonio, como unión transitoria y coyuntural de los esposos; las relaciones entre padres e hijos como impedimento para la libertad de los jóvenes; la convivencia con los ancianos, como estorbo para la felicidad del hogar; la vida organizada según las exigencias del consumo; en general, una concepción del amor individualista, mezcla de sexo y aspiraciones egoístas que rompe la convivencia. Como consecuencia nos encontramos con la plaga del aborto, el recurso cada vez más frecuente a la esterilización, la instauración de una mentalidad anticoncepcional y el número cada vez mayor de divorcios”.

La familia cristiana no puede identificarse con ese modelo de familias rotas, frívolas, derrochadoras y escandalosas, que se empeñan en presentarnos con tan machacona insistencia en las páginas de sociedad, en las revistas del corazón, en las películas y en los medios de comunicación, tanto estatales como privados.


3.- “Familia, sé lo que eres”. Esa es la consigna del Papa en este tiempo de prueba y de gracia, consciente de que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la humanidad, para poder ser sujetos activos de la construcción de un auténtico humanismo familiar.

Los cristianos debemos comprometernos más en la realización de nuestra propia familia según las pautas del Evangelio y de la doctrina de la Iglesia. Hemos de dar testimonio de que la modernidad y el progreso auténtico de la familia radican en el amor personal y personalizado, en un amor que sale de los propios intereses dispuesto a servir y a compartir con los demás. La familia tiene la misión de ser cada vez más lo que es, es decir, comunidad de vida y amor.

“La Iglesia conoce el camino por el que la familia puede llegar al fondo de su más íntima verdad”, dice el Papa. Un camino que la Iglesia ha aprendido en la escuela de Cristo y en el de la historia interpretada a la luz del Espíritu.

En estas circunstancias en que muchas familias se sienten inciertas y desanimadas de cara a su cometido e incluso en estado de duda o de ignorancia respecto al significado último y a la verdad de la vida conyugal y familiar, es necesario volver nuestros ojos a la Palabra de Dios.


4.- En su alocución en Nazaret, el 5 de enero de 1964, decía el Papa Pablo VI: “que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y entera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social”.

Nazaret es un modelo y escuela en la fe para reafirmarnos en la dignidad y en el valor social y religioso de la familia. Y María es Madre y Maestra para los hogares cristianos.

Quiero destacar esta noche algunos aspectos de la vida de la Virgen que considero de especial importancia para la familia en nuestros días:

María, la doncella elegida por Dios para ser la Madre del Mesías, es una joven desposada con el artesano José. Tiene una parentela humilde y amplia y mantiene con sus familiares unas relaciones normales de afecto y de servicio. María realizó la misión extraordinaria de Madre del Salvador en un humilde hogar del pueblo. Y Jesús dedicó la mayor parte de su vida a la vida de familia, sometido en todo a José y a María y trabajando en el oficio de carpintero. La vinculación del misterio de la salvación a la vida familiar tiene un sentido profundo. Es un rayo de luz que nos descubre la importancia de la familia para la realización plena del hombre como ser social y como ser religioso.

El futuro humano, social y religioso de Huelva y de Andalucía depende en buena parte de la salud física y moral de las familias andaluzas, de su estabilidad, de su capacidad educativa, de su fidelidad en el amor y en la apertura a la colaboración social.

Que la Virgen María, como es Madre de la Iglesia, sea también Madre de la “Iglesia doméstica” y, gracias a su ayuda materna, cada familia cristiana pueda llegar a ser verdaderamente una “pequeña Iglesia”, en la que se refleje y reviva el misterio de la Iglesia de Cristo. Sea Ella, Esclava del Señor, ejemplo de acogida humilde y generosa de la voluntad de Dios; sea Ella, Madre Dolorosa a los pies de la Cruz, la que alivie los sufrimientos y enjugue las lágrimas de cuantos sufren por las dificultades de sus familias.

 

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
Más artículos de: Homilías Mons. Dorado
Compartir artículo