DiócesisHomilías Mons. Dorado

Domingo V de Cuaresma

Publicado: 01/04/2001: 964

Domingo V de Cuaresma. Ciclo C

Año 2001


1.- La Cuaresma nos lleva al encuentro con Jesucristo que, en el misterio de su Muerte y su Resurrección, libera al hombre del pecado y de la muerte y nos llena de Vida, de la misma Vida de Dios.

El tema más destacado de los textos de este Domingo es el de la Resurrección: “Yo soy la Resurrección y la Vida (…) el que creen en Mí, aunque haya muerto, vivirá (…) y todo el que está vivo y creen en Mí, no morirá para siempre”.

En esas tres vigorosas afirmaciones de Jesucristo se recapitula el mensaje del Evangelio de hoy.

Resulta fascinadora la personalidad de Jesús: tan humano que llora por el amigo; tan divino que tiene poder sobre la muerte; tan filial que actúa en la absoluta seguridad de que el Padre lo escuchará.


2.- La Resurrección de Lázaro es una de aquellas acciones admirables que el Evangelio de San Juan llama “signos”. En cada signo se pueden subrayar tres aspectos:

a). Se manifiesta la Gloria divina,

b). ilumina y fortalece la fe, y

c). es transparencia del Misterio de la salvación.

A.- El milagro de Lázaro manifiesta la Gloria de Dios. Al recibir el mensaje de Marta y María, Jesús declara que la enfermedad del amigo tendrá como finalidad suprema la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

Es una revelación de Dios. Como decía San Ireneo: “Gloria Dei homo vivens” y “Vita hominis Gloria Dei”.

B.- El milagro de la resurrección de Lázaro sirvió para suscitar y avivar la fe: “para que crean que Tú me has enviado”, dice Jesús en su oración al Padre. Y termina el Evangelio diciendo que “muchos judíos que habían venido a casa de Marta y María, al ver lo que Jesús había hecho, creyeron en Él”.

Cuando San Juan  habla de Fe se refiere a la fe total, que es adhesión a la persona de Cristo en plenitud de pensamiento, corazón y obras. Fe que el Bautismo consagra y la Eucaristía mantiene en llama viva. Así entendida, la Fe es manantial de vida eterna, germen de Resurrección.

C.- En tercer lugar, en el signo de la Resurrección de Lázaro se transparenta un Misterio superior. La real muerte y vuelta a la vida temporal de Lázaro significa la Resurrección a la gloria eterna. Y así mismo la presente “Resurrección espiritual” del pecado a la Gracia.

Cuando los catecúmenos escuchaban este Evangelio como preparación a su próximo Bautismo en la noche de Pascua, presentían el gozo de sentirse moralmente liberados de una situación de “sepulcro” para emprender su renovada vida de santidad llenos del Espíritu de Cristo. De esta vida sinceramente “espiritual” nos habla San Pablo en la Segunda Lectura, exhortando a los cristianos a vivir en el “Espíritu Santo”, que es el supremo don de Cristo Resucitado y que nos hace semejantes a Él: hombres de espíritu, conscientes de ser hijos de Dios, seguros de la victoria sobre el pecado y la muerte, libres de los criterios de la carne. Esperando la muerte o “dormición temporal” el cristiano vive ya en su espíritu su condición de resucitado.


3.- Anunciar el nombre de Dios con obras y con palabras y manifestar su Gloria.

Suscitar y educar en la fe anunciando la Buena Noticia de Jesucristo, evangelizando, y hacer presente la acción salvadora de Jesucristo en los Sacramentos y en la Palabra de Dios, constituye la misión que Jesucristo ha encomendado a la Iglesia, en la que Él sigue presente.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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