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Ejercicios de sacerdotes

Publicado: 21/02/2003: 955

Ejercicios de sacerdotes

21 de febrero de 2003

1.- El texto del Evangelio que hemos proclamado hoy marca la segunda parte del Evangelio de San Marcos:

Este Evangelio nos relata todo el proceso del itinerario de la fe de los primeros sacerdotes. Un proceso que no fue fácil. “Ciertamente no fue fácil creer”, dice el Papa en la NMI, 19. Todo el proceso, como dice San Ignacio, está centrado en el conocimiento, el amor y el seguimiento del Señor Jesucristo.

La primera fase de este camino termina con la profesión de fe de Pedro, que el Señor alaba y dice que es fruto de la revelación del Padre: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Es decir, Tú eres el Mesías, el Salvador único y total. Es la expresión de una verdad que no hemos inventado nosotros, sino que la hemos recibido de Aquel que es la Luz y el fundamento último de todo conocimiento.

Para conocer a Cristo es necesario seguirle.

La vocación de ser “signo personal y comunitario transparente y portador de Cristo Sacerdote y Buen Pastor”, entraña la necesidad del seguimiento. La vinculación a Cristo, a través de los Sacramentos del Bautismo y del Orden, tiene un nombre en los sinópticos: “Seguimiento”. Ser signo de Cristo Pastor reclama seguir a Jesucristo con los rasgos específicos que modula nuestra especial vocación. Entre los rasgos del seguimiento de Jesús, hay que destacar los siguientes:

a). La seducción. El seguidor de Jesucristo es una persona atraído, encandilado, maravillado por Jesucristo.

b). Una profunda intimidad con Él. Sin una profunda intimidad no hay auténtico seguimiento. El seguidor de Jesús es siempre “un amigo”, no un simple funcionario ni un trabajador a destajo. Hemos sido llamados para estar con Él, para amarlo y trabajar con él y por Él.

c). El seguimiento entraña una confianza ilimitada y absoluta en Jesús, en sus palabras, en sus promesas. Es fiarse más de los criterios de Jesús que de las evidencias del mundo.

d). La relación personal del seguimiento no es un simple movimiento afectivo, como el suscitado por el amor y la confianza. Afecta también a la capa estimativa, la capa que aprecia y capta los valores. Seguir a Jesús es abrirnos a los valores de Jesús, sintonizar con los valores de Jesús.

Seguir a Jesús significa asumir la doctrina de Jesús. Un texto importante para asimilar este punto es Mc 8, 34-38, que hemos proclamado hoy: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga”. El camino doloroso del Mesías es también el camino del discípulo. Entre las exigencias que conlleva sobresalen tres:

1). El discípulo ha de negarse a sí mismo, convertirse de raíz.

2). Debe proyectar su vida en términos de donación, no de posesión. Una vida de entrega y solidaridad.

3). Debe testimoniar valientemente su fe, incluso cuando ello le acarree burlas, ultrajes y persecuciones.

El destino de Jesús pasa por el sufrimiento, por la cruz y por la muerte. Aunque no termina en la muerte, sino en la resurrección.

El destino de Jesús consistió en una fidelidad tal a su Padre y en una solidaridad con la gente, que llegó a escandalizar a unos, a irritar a otros, hasta generar casi el vacío a su alrededor.

En el inicio del seguimiento descubrimos la seducción, con el atractivo que provoca. Pero hay un segundo elemento de todo seguimiento: la contradicción.

La secuencia del seguimiento es siempre:

- seducción,
- contradicción, y
- la consolación.

Y la contradicción en la vida del sacerdote surge de muchos flancos. Quien se toma en serio los criterios de Jesús en torno al dinero, a la seguridad propia, a la sexualidad, a los marginados, a la vinculación a la Iglesia, … resulta molesto, tal vez incluso dentro del presbiterio.

Necesita el seguidor de Jesús la fidelidad y la fortaleza que le ayuden a apaciguar sus miedos interiores y a resistir las dificultades exteriores sin amargarse, sin endurecerse, sin claudicar.

Para ser seguidores de Cristo hasta la Cruz. El destino de Jesús pasa por la muerte y desemboca en la resurrección.

 

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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