DiócesisHomilías Mons. Dorado San José Obrero Publicado: 01/05/2003: 1026 San José Obrero 1 de mayo de 2003 1.- El 1 de mayo de 1889 se saldó en Chicago con detenciones, juicios y ejecuciones. Esto recordamos cada año cuando llega esta fecha. Han pasado más de 110 años. La cota de conquistas del Mundo Obrero en este tiempo es alta. Sin embargo, el trabajo se convierte hoy, con excesiva frecuencia, en trampa verdaderamente mortal. El trabajo nace de la mano de Dios como capacidad creadora, como participación en su dominio sobre las cosas. Es cierto que después de la insumisión del hombre, el trabajo va a producir sudor, mucho dolor en la frente y duros callos en las manos. Pero el trabajo lleva en sí mismo un germen incontenible de vida, de superación, de solidaridad, de ejercicio de la dignidad de la persona humana. El trabajo es un derecho inalienable. Así se presenta reiteradamente en la Doctrina social de la Iglesia. Es día para la exaltación legítima del trabajo humano y del trabajador. Pues hemos cerrado el segundo milenio y producen estupor estas cifras y estas paradojas. La paradoja de una técnica sofisticada y calculada al milímetro y la afirmación espeluznante con que la OIT define la situación laboral hoy. Llega a nombrarla “hecatombe del trabajo”. Junto a un proceso inimaginable se da una exagerada falta de seguridad: trabajar entraña peligro y pone muchas veces en riesgo la salud física y la psíquica. Y lo que es más dramático: el trabajo creado para la vida engendra incontables muertes. Producen escalofrío las cifras: 250 millones de accidentes laborales al año en el mundo. Como una terrible epidemia. En España se registran unos 2000 accidentes laborales al año. La paradoja se da también en que la mayoría de las muertes son evitables. Y es igualmente paradójico que, en una sociedad que habla de progreso, si no se toman medidas, el pronóstico denuncia que las enfermedades laborales se duplicarán en el año 2020. Produce al mismo tiempo horror, junto a las cifras, repasar el mapa de los muertos en el trabajo. Y viene nuestra reflexión, que ha de ser verdadera y esperanzada. Porque es verdad que el trabajo sigue siendo fuente de vida para el trabajador y su familia. Es fuente de creatividad. Es ejercicio de la dignidad del hombre. Pero es muy lamentable que hoy se dé este borrón de siniestralidad, a veces exagerada. Porque está en juego la dignidad de la persona trabajadora, su derecho a la vida y su salud en el trabajo. Y entendemos que este criterio debe primar sobre cualquier otro. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Ejercicios de sacerdotesSolemnidad del Apóstol Santiago Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir