DiócesisHomilías Mons. Dorado Domingo de Ramos Publicado: 31/03/1996: 830 Domingo de Ramos Año de 1996 1.- El primer acto litúrgico de la Semana Santa es la procesión de los Ramos. Esta marcha del pueblo cristiano reproduce la entrada de Jesús en Jerusalén pocos días antes de la Pasión. En nuestro breve itinerario desde la Iglesia del Sagrario hasta la Catedral hemos revivido aquel momento de la vida del Señor y nos hemos unido a todas las comunidades cristianas del mundo que hoy le ofrecen en la calle un testimonio de fe y de amor. 2.- Los cuatro evangelistas han recogido, con matices diferentes, este acontecimiento histórico. Y sus relatos contienen un mensaje idéntico que puede resumirse así: Jesús de Nazaret es el Mesías, el Salvador esperado, pero un Mesías y un Salvador diferente del que el pueblo esperaba. Las lecturas de Isaías y de Pablo confirman plenamente el mensaje de los evangelistas. En estos textos: - Jesús de Nazaret es un Mesías pacífico. Su entrada sobre los lomos de un borriquillo quiere significar inequívocamente que en su mensaje y en su comunidad la violencia y la fuerza no tienen ningún lugar. - Jesús de Nazaret es un Mesías humilde cuyas señas de identidad son la sencillez y la pobreza. La gente que lo acompaña, los ramos que le arrojan a sus pies, los adornos de su cabalgadura son sencillos y pobres. Él viene a traer la salvación que nos se impone desde el poder, sino que se propone desde el amor. En su mensaje y en su comunidad las palabras “poder” y “prestigio mundano” no cuentan ni tienen cabida. - Jesús de Nazaret es un Mesías religioso, no político. En su conducta y predicación tuvo buen cuidado de mostrar que no tenía relación alguna con los “zelotas” que, llevados de un fanatismo religioso y político, querían implantar el Reino de Dios mediante la fuerza de las armas. - Jesús de Nazaret es un Mesías combatido y perseguido. A pesar de no contar con el apoyo de las armas, ni con la fuerza del poder, ni con la bandera de lo político, él atrae a la gente, convence, suscita adhesiones hasta el punto de parecer peligroso a los que quieren ser señores de aquella sociedad. Despierta contra su persona y su mensaje una agresividad y enfrentamiento impresionantes. - Jesús de Nazaret es, en fin, un Mesías victorioso. Dios Padre quiso mostrar en Él, al resucitarlo, que la verdad a la larga es más firme que la mentira, que el amor es más fuerte que el odio, que la generosidad es más vigorosa que el egoísmo, que la gracia es más sólida que el pecado, que la vida es más definitiva que la muerte. Por eso “lo levantó sobre todo y lo hizo Señor” (Filp 2, 9-11). 3.- Éste es el Mesías que la Iglesia proclama en el Domingo de Ramos. Éstos son los rasgos que ella (la Iglesia) debe encarnar siempre para ser “el pueblo mesiánico” que está llamado a ser por vocación. 1. La Iglesia es comunidad mesiánica –de salvación- cuando lejos de forzar o imponer, responde con mansedumbre a la violencia verbal o práctica con que es a menudo tratada y zarandeada. 2. Se parece a su Mesías cuando declina las ambiciones de grandeza y de prestigio, se siente extraña a los poderes económicos, sociales y políticos y se siente frágil, pecadora, cercana a los humildes. 3. Se identifica con su Señor cuando renuncia a involucrarse en el juego de las fuerzas políticas y sabe situarse en todo momento más allá de los partidos que luchan por el poder. 4. Se encuentra más cerca de su Fundador cuando, por ser libre y fiel al Evangelio, es incomprendida, combatida y marginada y experimenta que “la fuerza de Dios se despliega en la debilidad de los suyos”. 4.- Estos son también los rasgos que deben resplandecer en la conducta de cada uno de nosotros, los cristianos: 1. Si no respondemos violentamente a la violencia. 2. Si somos sencillos en el hablar, en el vestir y en el gastar. 3. Si en nuestras actividades como ciudadanos o como representantes del pueblo sabemos anteponer el bien común a los intereses personales o de grupo. 4. Si creemos en la capacidad humanizadora y salvadora del Evangelio. 5. Si tenemos el valor de afrontar con paciencia la incomprensión y marginación inherentes a toda conducta éticamente coherente. Si, a pesar de todas las contrariedades, sabemos mantener la paz de Dios y el gozo del Espíritu Santo… podremos decir que hemos asimilado y practicado el mensaje del Domino de Ramos. Éste es el estilo de vida a que nos invita la celebración del Domingo de Ramos. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Domingo de RamosHoy es Domingo de Resurrección Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir