DiócesisHomilías Mons. Dorado

Primer domingo de Adviento

Publicado: 28/11/2004: 856

Primer domingo de Adviento

Año 2004. Ciclo A

1.- Comenzamos hoy la celebración del año litúrgico, que también podemos llamar año cristiano. A lo largo de los meses, la Iglesia va presentando, Domingo tras Domingo, la espera del Mesías, su nacimiento en Belén, episodios de su vida pública, la muerte, la Resurrección y la Ascensión a los cielos y la venida del Espíritu Santo, que acompaña y guía a la Iglesia.

Y durante los días de la semana, diversas fiestas de la Virgen y de los Santos van reflejando lo mejor de la historia de la Iglesia. Es el año cristiano.


2.- Hoy, domingo, empieza el tiempo de Adviento, un tiempo de espera que se prolonga hasta Navidad y nos invita a prepararnos para la venida del Señor. Los tiempos de la Liturgia constituyen una llamada apremiante para que reavivemos la esperanza, nos mantengamos vigilantes y estemos preparados para recibir al Señor cuando llame a nuestra puerta. Porque el tema central del Adviento es la venida del Señor.

Aunque se empieza hablando de la última venida de Jesucristo como Juez glorioso al final de los tiempos, en las fechas que preceden a la Navidad se nos habla también de su primera venida en Belén y se nos invita a preparar el corazón para acogerle. Es decir, que la Iglesia nos sitúa en una actitud de esperanza alegre, de vigilancia confiada y de escucha atenta para abrir al Señor el corazón apenas llegue.


3.- Porque Jesucristo, que se hizo hombre y nació hace 2000 años y que vendrá como Juez al final de la historia humana, en el tiempo presente está llamando y viniendo sin cesar al corazón de sus hijos. Viene en la celebración de los Sacramentos como Pan y Vida en la Eucaristía y como Misericordia infinita que perdona en el Sacramento de la Penitencia. También se hace presente como vínculo de comunión en medio de la comunidad cada vez que nos reunimos en su nombre; e igualmente se hace cercano y nos habla como Palabra en la escucha atenta de las Sagradas Escrituras, especialmente de los Evangelios. Además, en la vida cotidiana nos sale al encuentro en cada persona que se nos acerca solicitando nuestra ayuda.


4.- Cuando a lo largo de este tiempo de Adviento resuena la voz auténtica y recia de San Juan, que nos invita a convertirnos porque ha llegado el Reino de Dios, en bien, de olvidar que el Precursor nos está invitando a abrir de par en par el alma a Jesucristo –como le gusta decir al Papa- para acogerle con gratitud y alegría. Y lo importante es que nos preguntemos qué tenemos que hacer para que pueda entrar. O lo que es igual, en qué puede consistir la conversión de que nos habla el Bautista.

 

Por lo pronto, hay que dejar que Dios sea el centro de nuestra vida, dedicando más tiempo y más energía a buscar su rostro. Y como expresiones concretas de esa primacía de Dios, tenemos que intensificar nuestra honradez profesional; dar hondura a las relaciones familiares; desarrollar una caridad más creativa; comprometernos a fondo en la lucha por la justicia; y ser testigos eficaces de paz, impidiendo que avance por nosotros la espiral de la violencia.

Finalmente, en un mundo que ha perdido la confianza en Dios y en el hombre, es necesario que nuestra vida y nuestra capacidad de amar sean el reflejo alegre y fiel de que tenemos nuestra esperanza en el Señor.

 

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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