DiócesisHomilías Mons. Dorado

Solemnidad de Cristo Rey

Publicado: 21/11/2004: 927

Solemnidad de Cristo Rey

21 de noviembre de 2004


1.- Celebramos la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

Las dos palabras clave del Evangelio y de la predicación de Jesús son REINO y SALVACIÓN.

Cuando Jesús de Nazaret evangelizó Galilea, su programa se resumía en una afirmación: viene para los hombres el Reino de Dios. Quiere decir que Dios ha de ser el único centro de nuestra vida. “El Reino de Dios ha llegado a vosotros: convertíos y creed el Evangelio”.


2.- En la Segunda Lectura de la Misa escuchamos un himno a Cristo Redentor y Salvador. Dios Padre comunicó la plenitud de la Realeza divina a su Hijo Jesús. Lo ha constituido centro del universo y de la historia. Razón de ser del Cielo y de la tierra.

Al entrar en comunión con Jesucristo participamos en la gloria de ser hijos de Dios. Su realeza transfigura la humanidad en una familia de hermanos para gloria del Padre.

Gran parte de los reinos de este mundo se fundaron sobre la sangre de los vencidos. Cristo instituye el Reino dando en la Cruz su propia sangre, que es nuestro perdón y nuestra Paz.


3.- Pero entre los contemporáneos de Jesús muchos esperaban un Mesías, un rey en nombre de Dios, que colmase de ventajas temporales. Cuando vieron que Jesús no iba por ese camino lo condenaron y se burlaron de él.

El retablo del Gólgota que nos ofrece San Lucas es una obra maestra de historiador, teólogo y artista. En el centro Jesús Crucificado y su título: “Jesús Nazareno, Rey de los judíos”, escrito en tres lenguas que significaban entonces la universalidad. “Rey de los judíos”, entiéndase, del Pueblo de Dios. En el entorno, la vulgaridad de unos y de otros que, desengañados, se burlaban de él. Destacando la personalidad sublime del que solemos llamar “buen ladrón”.

El buen ladrón comienza declarándose pecador. Quien no tenga la conciencia viva de necesitar personalmente la Salvación, jamás entenderá a Jesús.

En el más inmenso de los sufrimientos llega a reconocer, heroicamente, que la merece. Su cruz, aceptada en unión con la de Cristo, le hace saber que Jesús, el Justo a punto de morir, le puede salvar en el más allá de la muerte. Le pide un recuerdo en el Reino de Gloria. Y Cristo, Rey por la Cruz y no por la espada ni por la riqueza temporal, lo transfigura de pecador en santo.

Lucas resume en la escena del Buen Ladrón toda la espiritualidad de San Pablo: La felicidad (“el paraíso”) es “estar siempre con Jesús” (Filip 1, 23).


4.- Termina el año litúrgico con el sabor de una gloriosa esperanza, más allá de nuestra personal crucifixión; esperanza que resume toda felicidad: “estar con Jesús” por siempre.

Donde está Dios está la Verdad y la vida, la Santidad, la Gracia, la Justicia, el amor y la Paz. (Prefacio de la Misa).

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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