DiócesisHomilías Mons. Dorado

Jornada Mundial de las Misiones \"Domund\"

Publicado: 20/10/1996: 972

Jornada Mundial de las Misiones “DOMUND”

Año 1996


1.- La Jornada mundial de las misiones –El DOMUND- coincide este año con la presentación que estamos haciendo por toda la diócesis de nuestro Proyecto Pastoral Diocesano 1996-2000.

Tras un análisis detenido sobre nuestra Iglesia local y con la iluminación que ha ofrecido a toda la Iglesia el Santo Padre, hemos llegado a la conclusión de que “nos convoca el Espíritu” para ser continuadores de la misión de Jesús, que proclaman la Buena Nueva con gestos significativos como testigos convincentes del Evangelio, desde la opción preferencial por los pobres. El conjunto de todo ello constituye el “camino de la Iglesia de Málaga hacia el Tercer Milenio”.

Mediante el mismo pretendemos “llevar adelante una nueva acción evangelizadora, coordinada y eficaz, que responda a los retos de nuestro tiempo y a la situación religiosa de nuestro tiempo”.

En este contexto celebramos la Jornada del DOMUND, que viene a ser “un toque de atención para que se mantenga vivo y se acreciente el impulso misionero universal de la diócesis”, como dice también el Proyecto Pastoral.


2.- Gracias a la tarea ingente de los misioneros “en América Latina y en el Caribe…viven casi la mitad de los miembros de la Iglesia Universal. En África continúa a buen ritmo la obra evangelizadora y son católicos el 14% de la población. En Asia, el continente más poblado de la tierra, apenas son católicos el 2,6%. Y en Oceanía, donde es católica la cuarta parte de la población, `la evangelización progresa aunque no sin dificultades. De los 150.000 misioneros y las 50.000 misioneras, la mayor parte son Religiosas y Religiosos”.

Hoy nosotros, en la Eucaristía, con palabras de San Pablo, “damos gracias a Dios por todos nuestros misioneros, y los tenemos presentes en nuestras oraciones… Ante Dios, nuestro Padre, recordamos la actividad de su fe, el esfuerzo de su amor y el aguante de su esperanza en Jesucristo nuestro Señor… En su proclamación del Evangelio no hay sólo palabras, sino además la fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda” (1 Tes 1, 1-5).

Gracias a la acción de los misioneros, en estas Iglesias están surgiendo muchas vocaciones a la vida religiosa y al sacerdocio. Y es gratificante constatar que América Latina ha enviado ya misioneros a África y a Asia, como un signo de que desean compartir desde su misma palabra y con la convicción de que “la fe se fortalece dándola”.


3.- El DOMUND nos recuerda “que todos los miembros de la Iglesia están comprometidos en la misión universal por razón de su bautismo; y que la misión atañe a todos los cristianos, a todas las diócesis y parroquias, a las instituciones y asociaciones eclesiales. Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la Iglesia, puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los pueblos”.

Como un aspecto esencial de esa nueva Evangelización que deseamos alentar en nuestra diócesis, os invito a prestar todo el apoyo posible a las Misiones.

El lema del DOMUND de este año: “Sed de Dios. Hambre de pan”, puede ayudarnos mucho a comprender lo que son las Misiones de la Iglesia y a identificarnos con la tarea misionera.

Es frecuente que en los Medios de Comunicación Social se hable, con alguna frecuencia, de la obra que nuestros misioneros realizan a favor del desarrollo de los pueblos y en la lucha contra la pobreza. Desde este punto de vista, la obra misionera es valorada muy positivamente. Los misioneros y misioneras –sean religiosos o laicos- son vistos como personas merecedoras de admiración por su entrega a la causa de los pobres. No sucede lo mismo cuando se presenta la dimensión estrictamente religiosa y creyente de la acción de los misioneros. De todo ello puede seguirse una percepción parcializada y desfigurada de lo que es el contenido de la acción misionera de la Iglesia.

El lema de este año nos ayuda a recobrar el contenido y sentido que tienen los “misioneros” como oferta de la salvación integral de Jesucristo.

- La Misión es una respuesta a la “sed de Dios”. El Evangelio de Jesucristo es incomprensible sin la referencia a Dios, el Padre bueno que quiere que todos los hombres se salven y vivan como hijos de Dios y como hermanos, y que además ha mostrado su preferencia por los sencillos y los humildes. Cualquier intento de adaptación del mensaje evangélico que implicara la negación o el ocultamiento de la fe en Dios, supondría la negación de la raíz y de la esencia del mismo mensaje. Dios es el bien supremo para la humanidad y para los pueblos. Y no se les debe privar de Él, por el fácil recurso a la afirmación de que esos pueblos tienen otras necesidades más urgentes. Los pobres, no menos que los “hastiados”, tienen derecho a que se les hable de Dios y en concreto del Dios que anunció Jesucristo. En definitiva, un misionero es un hombre “conquistado” por Jesucristo y por eso ansioso de hacerlo conocer y amar por doquier, “hasta los confines extremos de la tierra”.

- “Sed de Dios y hambre de pan”. Los misioneros se esfuerzan por llevar el pan que necesitan los que carecen de él. Su amor y su generosidad los compromete a compartir con ellos sus angustias y su pobreza.

Los misioneros nos hablan de la universalidad del fenómeno del hambre, “que es el resumen de todas las injusticias”, y de la necesidad de saciarla. La presencia de los misioneros en todos los rincones de la tierra despierta nuestra conciencia ante el hambriento desconocido, del que nadie se ocupa, y mantiene viva la conciencia de la dignidad humana de aquellos que, se dice, están fatalmente condenados a morir a causa del hambre. Y todo ello precisamente porque “el Dios que el misionero trata de anunciar no es indiferente a la pobreza y a la miseria de los humanos, sino que, en Jesucristo, se acercó sobre todo a aquellos que estaban al margen de la sociedad” (R. M. 14 y 37).

El lema del DOMUND “Sed de Dios. Hambre de pan”, nos invita a participar en él, unidos en el afecto y en la oración a todos los misioneros de nuestra diócesis y de la Iglesia entera y con la colaboración generosa que nuestra fe cristiana y nuestro corazón nos piden para ayudar a la evangelización y a la plena realización humana de la gente a la que sirven nuestros misioneros.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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