DiócesisHomilías Mons. Dorado Una consagración apasionada Publicado: 02/02/2005: 947 Una consagración apasionada “Desde la Eucaristía, testigos de la Pasión de Dios por la humanidad” 2 de febrero de 2005, Día de la Vida Consagrada 1.- Queridos hermanos y hermanas: Hoy, 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor, la Iglesia Universal celebra la Jornada de la Vida Consagrada, instituida por el Papa Juan Pablo II en el año 1997 para hacer patente la estima de toda la Iglesia por este género de vida y dar gracias a Dios por el don inmenso y el signo extraordinario de la presencia amorosa de Dios en el mundo que sois los consagrados, testigos de la esperanza y de la misericordia de Dios, testigos del amor más grande y anticipo y profecía de lo que será la vida futura. 2.- “Pasión por Cristo, pasión por la humanidad”: este fue el lema que guió la reflexión de los llamados por Dios con una especial vocación a seguir más de cerca a Cristo, en el Congreso Internacional sobre la Vida Consagrada, celebrado a finales de noviembre del año 2004. “En él –como dijo el Papa en la sesión de clausura- se expresa bien vuestro compromiso de recomenzar continuamente desde Cristo para aprender a amar al prójimo como lo amó Él, que `no vino a ser servido sino a servir´(Mc 10, 45).”. Inspirándose en el contenido del Congreso, en el cartel editado por la conferencia Episcopal Española en colaboración con la CONFER y el CEDIS para la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, aparece como lema: “(La vida religiosa) una consagración apasionada” y como subtítulo que define la misión se propone: “Desde la Eucaristía, testigos de la Pasión de Dios por la humanidad”. 3.- Los cuatro Evangelios nos cuentan cuál es y en qué consiste la Pasión del Dios de Nuestro Señor Jesucristo. Una Pasión que es “apasionamiento” y “sufrimiento”, o, mejor, un “apasionamiento hasta la muerte por Dios Padre y por los hombres”. - La pasión de Nuestro Señor Jesucristo es el apasionamiento de Dios Padre por el hombre creado a su imagen y semejanza. Hasta buscarle por los caminos de la vida y entregarle a su Hijo y al Espíritu. - Pasión por los que no tienen figura ni atractivo; pasión por los que nadie se apasiona. Pasión por los no nacidos, por los ancianos, por los marginados, por las razas explotadas, por los pobres, por los pecadores, por los condenados. Pasión por todos desde los más pequeños. - Pasión sin límite, sin medida, sin cálculos, que le lleva a compartir su destino y a sufrir sufrimientos ajenos, como si fueran merecidos y propios. Pasión que es locura y fuego, que seduce y escandaliza, que rompe esquemas y sorprende a los sabios. Pasión que es misterio de amor, sencillo de interpretar por los sencillos. - Pasión –apasionamiento- que es muerte, entrega y donación sin condiciones; hasta quedar vacío de sí, hasta no sentirse y no existir, de darlo todo; hasta hundirse en el vacío donde sólo queda el grito de esperanza en el amor. 4.- Pasión de Nuestro Señor Jesucristo que es vida sembrada sin reservas; grano de trigo entregado y regado, perdón y garantía sin condiciones; muerte del mal y de la muerte en su intento más osado y blasfemo; pero más impotente y fracasado de antemano. 5.- La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo nos descubre que la vida en la tierra no es el valor supremo; que hay cosas y personas por las que merece la pena entregar la vida. Y que morir así es un valor supremo, porque en el Crucificado descubrimos que es el amor a Dios y la solidaridad con los hermanos lo que da sentido a nuestro ser y nuestro hacer. Hay un modo de vivir y de morir que no se perderá jamás en el vacío. Hay algo que es mucho más fuerte que la misma muerte y es el Amor. 6.- Pasión de Nuestro Señor Jesucristo que nos invita a pensar y a celebrar; y que nos obliga a preguntarnos: - ¿dónde está nuestra pasión? - ¿por qué, por quién o para qué vivimos y morimos? - ¿somos versión de la pasión? 7.- La Resurrección nos revelará todo el vigor y la fuerza salvadora que se encierra en esta Cruz, en esa vida sacrificada. Esta vida entregada por el Amor no ha sido vencida. Al contrario, ha encontrado su plenitud en la vida misma de Dios. 8.- La Eucaristía, Sacramento del Cuerpo entregado y de la sangre derramada, es el signo más elocuente del amor apasionado de Cristo al Padre celestial y a la humanidad. En ella (la Eucaristía) tenéis la medida de vuestra consagración y recibís la gracia que os ayuda a reestrenarla cada día apasionadamente. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Viernes SantoViernes Santo Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir