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13 DE MAYO. La historia de la Virgen de Fátima

El Papa Francisco reza ante la imagen de la Virgen de Fátima
Publicado: 13/05/2020: 25218

EL PAPA FRANCISCO CANONIZÓ A JACINTA Y FRANCISCO

Se celebra hoy miércoles la fiesta de la Virgen de Fátima, recuperamos la narración de las apariciones y el mensaje que el Papa Francisco, en la canonización de Francisco y Lucía pronunció: "La Virgen no vino aquí para que se la viera. Para esto tendremos toda la eternidad, a condición de que vayamos al cielo. Vino a recordarnos la luz de Dios que mora en nosotros"

El año 1917 fue especial. Europa estaba en guerra. El domingo 13 de mayo la Virgen se apareció a tres pastorcillos

Lúcia –la mayor de los videntes de Fátima– contaba sólo diez años cuando la Virgen apareció por vez primera a los pastorcillos, el 13 de mayo de 1917; sus primos, Jacinta y Francisco, tenían siete y ocho respectivamente. Esta aparición había sido precedida por otra: la de un ángel, que en 1916 se les había presentado tres veces, en el lugar llamado Loca do Cabeço, denominándose a sí mismo, primero como el Ángel de la Paz y, más tarde, como el Ángel de Portugal.

El año 1917 fue especial. Europa estaba en guerra. El domingo 13 de mayo, en un lugar escondido de la Serra do Aire, en el centro de Portugal, tres niños salían con sus rebaños, después de haber asistido a la Santa Misa. Se dirigieron hacia los pastos de Cova da Iria. Empujaron el rebaño hacia la parte alta de la propiedad, sobre la cima de la colina. Allí, sin perder de vista a las ovejas, se pusieron a jugar a albañiles, uno de sus pasatiempos preferidos. Era mediodía. De pronto, ante ellos, y sobre una carrasca, en el centro de una gran aureola de luz que los envolvió, vieron a una hermosa Señora, más resplandeciente que el sol.

– «¿De dónde sois, Señora?»

– «Soy del Cielo».

Así empezó la primera conversación entre la Virgen y Lúcia.

Entre mayo y octubre se sucedieron seis apariciones de la Virgen. Les pidió que se rezase el rosario todos los días, y que se hiciera penitencia. Este último ruego impresionó tanto a los niños, que buscaban modos de hacer penitencia y aprovechaban todos los pequeños sacrificios que se les presentaban.

    «Soy la Virgen del Rosario. Deseo que en este lugar se levante una capilla en mi honor»

En la tercera aparición, el 13 de julio, la Virgen pidió la consagración de Rusia a su Corazón Inmaculado –aquellos niños campesinos ignoraban el significado de la palabra Rusia– y la Comunión reparadora de los primeros sábados. Fue en esta aparición cuando la Virgen indicó: «Cuando recéis el rosario, al final de cada decena, decid: ¡Oh, Jesús mío! Perdonadnos, libradnos del fuego del infierno; lleva al Cielo a todas las almas y socorre principalmente a las más necesitadas».

En la última aparición, el 13 de octubre, la Señora les dijo:

– «Soy la Virgen del Rosario. Deseo que en este lugar se levante una capilla en mi honor».

Por sexta vez recomendó que se continuara rezando el Rosario todos los días.

La primera capilla que se edificó fue destruida poco tiempo después por anarquistas, que también quemaron la encina sobre la que se posó la Virgen. La Capelinha que actualmente alberga la imagen de Nuestra Señora ocupa el sitio de la carrasca.

Como la Virgen les había anunciado, en la aparición del 13 de octubre tuvo lugar el milagro del sol, presenciado por unas setenta mil personas, que habían acudido a la Cova da Iria, y publicado con detalle en la prensa. Ese mismo mes estallaba la revolución bolchevique en Rusia.

El mensaje de Fátima contiene un aspecto de exigencia cristiana universal: es necesario desagraviar al Señor por todos los pecados cometidos, hacer penitencia, rezar el Rosario, difundir la devoción al Corazón Inmaculado de María, y rezar mucho por el Papa.

CANONIZACIÓN

El papa Francisco proclamó en una ceremonia en Fátima a los dos hermanos pastorcillos, Jacinta y Francisco, que junto con su prima Lucía presenciaron las apariciones de la Virgen.

En la Misa de canonización el Francisco centró su homilía en la esperanza. “Él nos ha creado como una esperanza para los demás, una esperanza real y realizable en el estado de vida de cada uno”, ha dicho. “El cielo activa aquí una auténtica y precisa movilización general contra esa indiferencia que nos enfría el corazón y agrava nuestra miopía. No queremos ser una esperanza abortada”.

Asimismo, ha declaró que la Virgen “no vino aquí para que se la viera. Para esto tendremos toda la eternidad, a condición de que vayamos al cielo, por supuesto. Vino a recordarnos la Luz de Dios que mora en nosotros”, y manifestó que: “aferrándonos a ella como hijos, vivamos de la esperanza que se apoya en Jesús, porque ‘los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo, Jesucristo’”.

 

 

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