En estos duros momentos, los cristianos, con los ojos puestos en la Santísima Virgen, Madre de todos nosotros, y en su Divino Hijo, debemos tener fe y sobre todo esperanza, confiando en que Ella nos ayudará a salir de esta pandemia, como la gran mediadora que siempre es. La fecha de Pentecostés es para nosotros ese momento de luz que nos alumbra en estos dias de nuestro caminar rociero, que nos lleva a Ella y a su Santo Hijo. Es nuestra Andalucía eminentemente mariana. No entendemos la religión sin una Madre en quien confiar y mediar ante su Hijo. 

Para los rocieros, esta es una alegre manera de vivir la religión y la vida. El Rocío es para nosotros un medio maravilloso que guía nuestra vida todo el año, renovándose en Pentecostés, y que nos hace revivir y purificarnos en nuestro interior. Cuando le preguntas a cualquier rociero que vuelve del camino cómo fue todo, te dice sin vacilar que vuelve renovado en su fe y en el cariño a los demás bajo la mirada de la Virgen Santísima y la relación con todos sus hermanos.

Siempre le damos las gracias por acogernos bajo su manto.
¡Viva la Virgen del Rocío!!
¡Viva la Blanca Paloma!!
¡Y que viva por siempre la Madre de Dios!