DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Hay que unir el amor y la justicia (Manos Unidas)

Publicado: 00/01/2001: 1411

Pastoral de Mons. Dorado Soto
Campaña Manos Unidas

Avalada por su espléndido servicio al desarrollo de los pobres, la organización católica Manos Unidas acude a nuestra generosidad, pidiendo colaboración. Nació hace cuarenta años del compromiso evangelizador de la Acción Católica y, con sus obras, ha proclamado por todo el mundo el Evangelio y la fuerza salvadora y liberadora que dimana de él. Nos ha evangelizado a nosotros, sensibilizando a la sociedad sobre la situación de injusticia en que viven los pueblos del Sur y sobre la necesidad de educar en los valores de la solidaridad, de la justicia y de la paz. Además, ha tendido la mano en busca de voluntarios que se unieran a esta hermosa tarea, y de ayuda económica para financiar proyectos de desarrollo.

En diversas partes de África, de Asia y América Latina, ha evangelizado financiando diversos proyectos, en los que las gentes del lugar han sido los verdaderos protagonistas de su crecimiento humano y económico, mediante la creación de riqueza, de puestos de trabajo y de estructuras educativas y sanitarias. Su estilo no consiste en dar cosas, por muy necesarias que parezcan, sino en motivar a las personas y ofrecerles la ayuda necesaria para que se rediman a sí mismas.

La campaña de Manos Unidas, que este año celebra su Jornada Nacional el domingo 11 de febrero, tiene como lema “la paz se llama justicia”. De esta forma, quiere recordar las orientaciones de la doctrina social de la Iglesia, que nos asegura que “el objetivo de la paz, tan deseada por todos, sólo se alcanzará con la realización de la justicia social e internacional” (SRS 39); y lo que nos dice el Vaticano II, cuando afirma que la “voluntad firme de respetar a los demás hombres y pueblos, y su dignidad y el esforzado ejercicio de la fraternidad, son absolutamente necesarios para construir la paz”. Pero el Concilio va más lejos, cuando añade que “la paz es también fruto del amor, que va más allá de lo que la justicia puede aportar” (GS 78). Por eso considero necesario insistir en que, si falta la justicia, el amor fraterno carece de cimientos y de autenticidad evangélica; pero cuando se descuida el amor fraterno, la justicia pierde humanidad. La grandeza de Manos Unidas consiste en que ha sabido unir estos dos aspectos en su trabajo a favor de los excluidos. Y esta aportación constituye su sello de identidad más genuino.

Os animo a ofrecer vuestro apoyo a esta organización, nacida de la fe en el seno de la Iglesia, como una expresión más de su opción preferencial por los pobres. Con sus proyectos de desarrollo, está trabajando por el Reino de Dios, pues como dijo Pablo VI, “no se puede disociar el plan de la creación del plan de la Redención que llega hasta situaciones muy concretas de injusticia, a la que hay que combatir y de justicia que hay que restaurar” (EN 31). Y hoy más que nunca necesita nuevos voluntarios que dediquen su esfuerzo y sus energías a llevar adelante su ambicioso plan de trabajo y a realizar esta hermosa tarea en comunión con la Iglesia.

Otros no podréis dedicarle vuestro tiempo, pero podéis colaborar con algún tipo de ayuda económica. Sabéis bien que vuestro donativo llega prácticamente íntegro a los pobres, pues los gastos de organización son mínimos. Y sabéis también que su forma de dar esta ayuda fomenta la pasión por la justicia y el protagonismo de quienes la reciben, porque son ellos mismos quienes tienen que llevar adelante su propio desarrollo a través de proyectos bien planificados y acompañados a lo largo de su ejecución.

Y a vosotros, queridos voluntarios, que sostenéis la rica vitalidad y el estilo tan evangélico de Manos Unidas, os hago presente una vez más mi cercanía y mis palabras de aliento, para que os mantengáis fieles al carisma de esta espléndida organización eclesial y sigáis trabajando con tanta generosidad e imaginación.

+ Antonio Dorado,
Obispo de Málaga.

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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