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El diálogo entre las civilizaciones

Publicado: 01/01/2001: 1199

Pastoral de Mons. Dorado Soto
Jornada Mundial de la Paz

           Mañana, día 1 de enero, celebra la Iglesia la Jornada Mundial de la Paz. Con tal motivo, el Papa ha enviado a todo el Pueblo de Dios un mensaje que os recomiendo vivamente leer y estudiar con detenimiento. Tras recordar las aportaciones más positivas de este siglo que termina, entre ellas “las grandes cartas de los derechos humanos”, Juan Pablo II se fija también en los problemas del milenio que comienza. “La humanidad, dice, empieza esta nueva etapa de su historia con heridas todavía abiertas; está marcada en muchas regiones por duros y sangrientos conflictos; conoce la dificultad de una solidaridad más difícil en las relaciones entre los hombres de diferentes culturas y civilizaciones, cada vez más cercanas e interactivas sobre los mismos territorios”.

          Son cuestiones que nos afectan de manera muy directa. En los últimos meses, los terroristas han derramado mucha sangre en España, y entre las personas asesinadas, dos de ellas tenían que ver con Málaga. En vísperas de la Natividad del Señor, la fiesta de la paz por excelencia, los miembros de ETA asesinaban a un policía urbano que se había acercado a ellos con el noble deseo de ofrecerles ayuda. Son hechos tremendos que toda persona de bien condena.

          Pero me voy a fijar en otro aspecto del mensaje que también nos afecta muy de cerca, en este año que ha sido declarado por las Naciones Unidas “Año internacional del diálogo entre las civilizaciones”. Pues uno de los aspectos que el Papa nos recuerda es “la aceleración de los procesos migratorios y de la convivencia nueva que surge entre personas de diversas culturas y civilizaciones”.

         Por su situación geográfica y por su crecimiento económico, Málaga es una de las provincias más afectadas por los fenómenos migratorios. Aparte de quienes buscan vivir entre nosotros el tiempo de vacaciones, están aquellas otras personas que fijan de forma estable su residencia en nuestra tierra. Unas, porque gozan ya de la jubilación; y otras, porque han venido en busca de trabajo. Esta presencia de extranjeros es una riqueza para todos, pues los necesitamos tanto como ellos nos necesitan, pero al mismo tiempo plantea problemas difíciles de convivencia.

        Con la reagrupación familiar, que es un derecho de los trabajadores que vienen, estas familias convivirán en nuestros barrios, sus hijos frecuentarán las escuelas y sus jóvenes, la universidad. Por eso necesitamos aprender a dialogar, a ser tolerantes unos con otros, a dejarnos enseñar mutuamente y a desarrollar con imaginación pautas de convivencia. Pues se va a producir un hondo intercambio cultural y, son palabras del Papa, “el diálogo entre las culturas, elemento privilegiado para construir la civilización del amor, se apoya en la certeza de que hay valores comunes a todas las culturas que están arraigados en la naturaleza de la persona”. 

+ Antonio Dorado,

Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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