DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

No tengáis miedo a confesaros cristianos (Carta a los jóvenes)

Publicado: 09/03/2000: 1119

Con estas palabras del Papa Juan Pablo II, os invito a los jóvenes de la Diócesis de Málaga y Melilla a participar en la peregrinación del Jubileo. Nuestro encuentro ha de ser una explosión de alegría y de gratitud. Tenemos muchos motivos para dar gracias a Dios: por el don precioso de la vida; por la fe católica, que nos transmitieron nuestros padres; y por ser los continuadores de una historia rica en testigos heroicos de amor a Dios y al hombre, como Madre Teresa de Calcuta, como nuestros misioneros y como esos miles de personas anónimas que trabajan en nuestras parroquias. Pero, en este día, queremos dar gracias a Dios por su Hijo, porque “Jesús es la verdadera novedad, que supera todas las expectativas de los hombres y así será para siempre”.

Muchos no podréis acudir al encuentro diocesano, pero no dejéis de estar unidos con el corazón. Otros muchos, peregrinando, queréis poner de manifiesto que vuestra vida tiene una meta y un sentido: anunciar los cielos nuevos y la tierra nueva, en los que habiten la paz y la justicia. Vuestra marcha es como adentrarse en el Evangelio, con la mirada fija en Jesucristo y siguiendo sus pasos, para construir ese futuro más humano y más solidario que anhelamos todos. Es una misión difícil, pero sabéis que el Resucitado vive con nosotros, camina con nosotros y sostiene nuestras fuerzas vacilantes. 

Sois jóvenes creyentes en un mundo que se ha cerrado a Dios. Es natural que, a veces, sintáis la inquietud de esas preguntas que provocan vuestra inteligencia y que experimentéis como una losa la oscuridad de la fe, mientras escucháis la burla de algún compañero. Por eso es importante que nos juntemos, que busquemos y dialoguemos con toda libertad, para conocer mejor a Jesucristo. La fe no tiene nada que temer de la razón. Antes bien, esa búsqueda compartida y el mutuo testimonio nos llevan a descubrir con mayor hondura que el Evangelio nos salva.

Es importante acercarse con un corazón sincero, ya que los limpios de corazón son los que ven a Dios. Por eso, nuestra peregrinación jubilar comienza reconociendo y confesando los pecados, pues Dios se da a conocer a quienes son leales y le buscan con la humildad anhelante del hijo pródigo, como nos enseña el evangelista San Lucas.

La fe es un regalo de Dios, pero es también una decisión personal de cada uno. En cuanto regalo, hay que vivirla con toda alegría; y en cuanto decisión personal libre y madura, hay que proclamarla abiertamente, con la sinceridad de las decisiones bien pensadas. Decidles a vuestros compañeros que Jesucristo os ha abierto un horizonte de esperanza y que habéis encontrado un auténtico tesoro: la fuerza para corresponder al amor que Dios os tiene y para trabajar en favor del hombre; especialmente, en favor de los empobrecidos y de los excluidos.

+ Antonio Dorado,
Obispo de Málaga.

Diócesis Málaga

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