DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Os convoco a poneros en camino para el Gran Jubileo del año 2000

Publicado: 18/11/1999: 1376

Pastoral de Mons. Dorado sobre el
Gran Jubileo del Año 2000

         El día 25 de Diciembre, con la celebración de la Eucaristía en la Catedral, a las 12 de la mañana, dará comienzo en la Diócesis la celebración del Gran Jubileo del Año 2.000. Al empezar el tiempo de Adviento, que nos invita a prepararnos para la venida del Señor, os convoco a todos a poneros en camino para salir a su encuentro. Es una manera de secundar el llamamiento del Papa Juan Pablo II, que nos dice:

"Con la mirada puesta en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios, la Iglesia se prepara para cruzar el umbral del tercer milenio. Nunca como ahora sentimos el deber de hacer propio el canto de alabanza y de acción de gracias del Apóstol: ‘Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos, en Cristo’” (IM 1). 

         Para que nuestra celebración sea realmente evangélica y la Navidad ya próxima se convierta de veras “en una solemnidad radiante de luz, preludio de una experiencia particularmente profunda de gracia y misericordia divina” (IM 6), considero necesario que profundicemos en el sentido del año jubilar, al que nos hemos estado preparando durante tres años. No podemos permitir que una ocasión tan espléndida se quede en una fiesta vacía, de aquellas que merecieron ya desde antiguo la dura denuncia de los profetas (cf Is 1,10-17).

         Urge, pues, emprender con ánimo “un camino de auténtica conversión, que comprende tanto un aspecto ‘negativo’ de liberación del pecado, como un aspecto ‘positivo’ de elección del bien, manifestado por los valores éticos contenidos en la ley natural, confirmada y profundizada por el Evangelio” (TMA 50).  Para ello nos servirá de gran ayuda avanzar más en la vida de oración, participar con fe viva en la Eucaristía y acercarnos con humildad al sacramento de la penitencia. Y Dios, que no se deja ganar en generosidad, nos liberará de cuanto nos impide vivir a fondo el espíritu de las Bienaventuranzas.

         Pero el Jubileo nos invita también a hacer presente el Reino de Dios en nuestro mundo concreto y hay muchas formas de hacerlo, poniendo en práctica la virtud de la caridad en su dimensión social y en su apuesta por la justicia. Con ser muy conveniente y necesario, no basta con sumarnos al clamor creciente para que se perdone la deuda a los pueblos empobrecidos. Esta ocasión de gracia y de especial cercanía de Dios, nos invita también a reconciliarnos con personas con quienes no comulgamos; a perdonar alguna deuda monetaria o de otro tipo que alguien hubiera contraído con nosotros; a arriesgar más, creando nuevos puestos de trabajo; a cumplir decididamente los deberes sociales de realizar un trabajo de buena calidad, de pagar los impuestos y de restituir todo aquello que disfrutamos sin ser nuestro, por haberlo adquirido de forma inmoral; a llevar a la vida las conclusiones de nuestro Congreso sobre la Pobreza. Son algunos ejemplos sencillos, a los que podéis añadir otros muchos.

         Finalmente, no podemos olvidar que entre todos formamos el Pueblo de Dios que es la Iglesia de Málaga. Y tenemos que ponerlo de manifiesto participando todos unidos en las actividades de nuestro Calendario Diocesano, procurando que el individualismo y la comodidad no impidan que recemos y caminemos juntos, como expresión visible de esa comunión eclesial en la que tanto insiste nuestro Proyecto Pastoral. Conviene que todos antepongamos lo comunitario a lo que nos identifica como grupos. Seguramente por eso ha establecido el Papa que “la inauguración del Jubileo en las Iglesias particulares se celebre en el día santísimo de la Natividad del Señor Jesús, con una solemne liturgia eucarística presidida por el Obispo diocesano en la catedral” (IM 6). Y también yo os invito a todos a asistir a la apertura del Año Jubilar el próximo 25 de Diciembre. Nos congregaremos en la Parroquia de Santiago para ir desde allí peregrinando a la Catedral. No olvidemos que la comunión eclesial no sólo es una forma muy eficaz de aunar esfuerzos y voluntades para la misión, sino que se presenta también como un signo elocuente de que el amor ha calado en nuestra vida (cf Jn 17,21).

         Pido a Santa María que igual que Ella “se levantó y se fue con prontitud” a la casa de Isabel para celebrar el nacimiento de su hijo, nos dé aquella misma diligencia para ponernos en camino y salir al encuentro del Señor que está viniendo. 

+ Antonio Dorado,
Obispo de Málaga.

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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