DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Jesucristo tiene el poder de perdonar los pecados

Publicado: 29/03/1998: 1018

Pastoral de Mons. Dorado
con motivo del
Domingo V de Cuaresma

La Cuaresma está llegando a su fin. Hoy comenzamos la quinta y última semana, que nos conduce hasta el domingo de Ramos. Mientras nos disponemos a celebrar la Pascua del Señor, fiesta de la salvación universal, conviene que acojamos su amor y su misericordia en lo más hondo del corazón. Y una manera muy práctica y eficaz de hacerlo consiste en acercarnos al sacramento del perdón.

San Pablo sigue diciendo a los bautizados: "Habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios" (1Co, 6,11). Esta certeza llena de gozo y de confianza el corazón del cristiano, pero no puede hacernos olvidar la realidad de nuestros pecados. Como recuerda san Juan, "si decimos:'No tenemos pecado', nos engañamos y la verdad no está en nosotros" (1Jn 1,8). Dentro del corazón experimentamos continuamente la llamada y la fuerza del amor de Dios, que nos impulsa a vivir según el Evangelio. Mas vemos que nos acecha también la tentación, y que nos alejamos de la casa del Padre cuando actuamos al margen o en contra de los divinos mandamientos; y cuando nos inhibimos ante situaciones que solicitan una respuesta generosa de amor o nos alejamos de las Bienaventuranzas. Por acción y omisión, como aprendimos desde niños.

Nos asegura el Evangelio (cf Lc 15) que Dios nos sigue esperando cada día con los brazos abiertos, y que incluso sale a buscarnos por los caminos más sorprendentes. Sólo espera ver en nosotros un signo de arrepentimiento sincero para darnos su perdón y liberarnos del peso del pecado. El mismo nos enseñó a pedir en la oración: "Perdónanos nuestros pecados" (Lc 11,4), pues nos ha destinado "para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor" (Ef 1,4).

El perdón de Dios nos llega por Jesucristo, porque "el Hijo del hombre tiene poder en la tierra de perdonar pecados"  (Mc 2,10) y confió a su Iglesia el poder de perdonar para que lo ejerciera en su nombre (cf Jn 20, 21-23). Ahora tenemos acceso a este perdón en el sacramento de la confesión, pues como dice el Concilio, "los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados" (LG 11).

El perdón de Dios, acogido con humildad y gratitud, es una de las experiencias más ricas que puede vivir una persona. Por eso la confesión es un camino muy fecundo de renovación y de libertad, siempre que practiquemos este sacramento con sinceridad y según las debidas condiciones.

Ya a las puertas de la Pascua, escuchemos la invitación de san Pablo, que nos insiste: "Dejaos reconciliar con Dios" (2Co 5,20). O si preferís, roguemos con humilde fe: Conviértenos, Señor, y nos convertiremos.

+ Antonio Dorado,

Obispo de Málaga.

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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