DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

El camino de la conversión (Cuaresma)

Publicado: 00/03/2000: 1889

Pastoral del Obispo de Málaga
al iniciarse la Cuaresma

El próximo día 8, Miércoles de Ceniza, comienza la Cuaresma, un tiempo que nos prepara a celebrar la Pascua del Señor. Os animo a participar ese día en la celebración litúrgica de vuestras parroquias, como una expresión más del proceso de conversión en este Año Jubilar.

El objetivo de esta conversión es el encuentro personal con Jesucristo muerto y resucitado. Dicho encuentro nos introduce en el seno de comunión trinitaria y nos hace partícipes de la vida divina. Es así también como se construye la fraternidad creyente en un mundo en el que priman el individualismo y la insolidaridad, pues como ha escrito el Papa, “en Cristo y por medio de Cristo, la vida del cristiano está unida con un vínculo misterioso a la vida de todos los demás cristianos en la unidad sobrenatural del Cuerpo místico. De este modo, se establece entre los fieles un maravilloso intercambio de bienes espirituales, por el cual, la santidad de uno beneficia a los otros mucho más que el daño que su pecado les haya podido causar. Hay personas que dejan tras de sí una carga de amor, de sufrimiento aceptado, de pureza y de verdad, que llega y sostiene a los demás” (IM 10).

Si nos preguntamos cuáles son los medios que nos facilitan ese encuentro de fe con el Señor resucitado, observamos que la Iglesia ha insistido, desde hace siglos, en que el camino que nos conduce a la Pascua se compendia en tres hermosas palabras: oración, limosna y ayuno.

La oración nos habla de un trato frecuente y cálido con Dios. Para un cristiano, la manera más eminente de orar consiste en celebrar cada domingo la eucaristía, que nos adentra eficazmente en la muerte y la resurrección de Jesucristo. Pero tenemos que acudir al banquete del Reino con el traje de fiesta, que se nos da por el perdón de los pecados en el sacramento de la penitencia. Estas dos formas básicas de oración se pueden completar con la lectura meditada de la Palabra de Dios y con otros ejercicios piadosos. Sabéis bien que, sin oración, no se puede vivir la alegría de la fe y languidece la esperanza.

La limosna nos habla de intensificar el amor a los demás y el servicio a los pobres. La Cuaresma tiene que notarse en el clima entrañable de la familia, en la ayuda a los compañeros de trabajo, en la actitud ante las personas marginadas con las que nos cruzamos y en una lucha más eficaz para erradicar los malos tratos domésticos.

Y finalmente, el ayuno nos invita la moderación en los gastos, a la austeridad frente al consumo, al control de los deseos y a ser más libres para encarnar en nuestra vida el espíritu de las Bienaventuranzas. Son algunas sugerencias para emprender con ánimo ese recorrido de cuarenta días que nos llevará a celebrar la Pascua: al encuentro con el Resucitado.

+ Antonio Dorado,

Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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