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El encuentro con la Eucaristía (Día del Seminario)

Publicado: 19/03/2000: 1025

Pastoral de Mons. Dorado
Día del Seminario

   

Nos dice el Vaticano II que “la Iglesia cree que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre luz y fuerzas, por su Espíritu, para que pueda responder a su máxi-ma vocación; y que no ha sido dado a los hombres bajo el cielo ningún otro nombre en el que haya que salvarse” (GS 10). Consciente de la misión de anunciar este Evangelio, que le ha sido encomendada, la Iglesia proclama, mediante la celebración del Año Jubi-lar, que Jesús es “el mismo ayer, hoy y siempre”.

Pero su rostro luminoso se ha difuminado para numerosos hombres y mujeres que fueron educados en la fe cristiana, como es el caso de una parte notable de nuestras gentes. Aunque siguen manteniendo valores cristianos básicos y conservan aspectos im-portantes de religiosidad, ya no se dejan guiar por esa fe personal y viva, que nos con-vierte en auténticos discípulos del Señor. Consciente de tales carencias, la Iglesia de Málaga ha asumido el reto de la nueva evangelización: el reto de dejarse evangelizar por el Señor ella misma y de proclamar a todos el Evangelio con obras y con palabras; la alegre tarea de conocer mejor quién es Jesucristo, de seguir más fielmente sus huellas y de darlo a conocer al hombre de hoy.

En su Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el Papa Juan Pablo II nos recuerda que “la Eucaristía constituye el momento culminante en el que Jesús, al darnos su Cuerpo inmolado y su Sangre derramada por nuestra salvación, descubre el misterio de su identidad e indica el sentido de la vocación de cada creyente” (Mensaje n.2). Es decir, que la Eucaristía, donde el Señor “continúa ofreciéndose a la humanidad como fuente de vida divina” (TMA 55), tiene una importancia central en la vida del cristiano y en la misión evangelizadora de la Iglesia.

Esta convicción pone de manifiesto la importancia de que nuestras comunidades dispongan de los presbíteros necesarios para presidir la Eucaristía, para proclamar el Evangelio y para ser vínculo de comunión en el servicio a la caridad. El sacerdocio ministerial, destinado a servir a sus hermanos, constituye un elemento nuclear en el seno de la Iglesia. Su misión no puede ser sustituida por ningún otro ministerio o carisma. Y estoy convencido de que una parte importante de las dificultades que encontramos en la tarea evangelizadora, procede de la escasez de sacerdotes.

El Día del Seminario, que celebramos el 19 de Marzo, fiesta de San José, si por una parte nos invita a reconocer los hechos y aceptarlos desde la confianza en el Señor, por otra nos urge a intensificar la oración por las vocaciones sacerdotales, a mantener la ayuda económica generosa al Seminario y a seguir presentando la propuesta vocacio-nal a los jóvenes de nuestras comunidades. En esta tarea, el Papa nos ofrece la clave siguiente que, a veces, descuidamos: “En el encuentro con la Eucaristía, algunos descu-bren sentirse llamados a ser ministros del Altar” (Mensaje 2). He ahí una afirmación básica y muy en consonancia con la historia de nuestro Seminario y con las recomenda-ciones del Venerable Don Manuel González, tan vivo en cada rincón y en cada corazón de esta Diócesis de Málaga.

Cierto que este año tenemos motivos serios para dar gracias a Dios, pues hubo once ingresos nuevos en Septiembre y puede haber siete ordenaciones sacerdotales en los próximos meses, pero no podemos darnos por satisfechos. Por eso os invito a todos a ofrecer vuestro apoyo a la campaña vocacional en curso y a rogar a Santa María, Ma-dre del Sacerdote eterno, que interceda por nosotros para que podamos disponer siem-pre de los sacerdotes necesarios.

+ Antonio Dorado,
Obispo de Málaga.

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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