DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Los misioneros, mártires como Cristo

Publicado: 19/10/1997: 1470

Carta Pastoral de Mons. Dorado
con ocasión del Domund


"Mientras estaban celebrando el culto del Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: 'separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado'. Entonces, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y les enviaron" (Hch 13, 2-3). Así nos narra san Lucas el comienzo de las misiones. Los hermanos de Antioquía saben que es el Espíritu Santo quien promueve la acción misionera de la Iglesia; y saben también que  toda la comunidad cristiana es responsable de la misión. Pablo y Bernabé son los primeros misioneros que emprenden un viaje a los lugares más lejanos, pero se saben enviados y apoyados por toda la comunidad.

También hoy nuestros misioneros y misioneras se sienten enviados y apoyados por nosotros. Han escuchado la llamada del Señor y han marchado a proclamar el Evangelio: que Jesucristo es la Buena Noticia. Sostenidos por la fuerza del Espíritu, tratan de ser testigos de la misericordia de Dios. Y aunque ya no hablen de ellos, siguen en los campos de refugiados de los Grandes Lagos, en la selva del Amazonas y en los suburbios de Calcuta. Más de doscientos mil hombres y mujeres, repartidos por todo el mundo, dan su vida cada día en todos los rincones de la tierra. Hace unos meses saltaron a las primeras páginas de la prensa por su entrega y su servicio en favor de las víctimas de la guerra. Algunos incluso murieron de forma violenta. Allí siguen dando su vida, en el silencio y el anonimato.

Sólo se comprende su entrega infatigable cuando se los contempla a la luz de la fe. Son creyentes que han descubierto que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida; y que, como dice el Papa Juan Pablo II en su mensaje para esta jornada, "no hay liberación alternativa con que poder alcanzar la verdadera paz y la alegría, que puede brotar sólo del encuentro con el Dios-Verdad". Esta es la fe que los ha movido a dejarlo todo para ir a proclamar el Evangelio.

Un día ya lejano, el domingo de Pentecostés de 1922, el Papa Pío XI interrumpió su predicación, "y en medio de un impresionante silencio, se despojó de su solideo para tenderlo hacia la inmensa muchedumbre de prelados, sacerdotes y fieles que llenaban la basílica de san Pedro, a la vez que pedía a toda la Iglesia ayuda para las misiones. Aquel día nació en la Iglesia católica la primera hucha del DOMUND". Esa hucha que nos sigue llamando a colaborar generosamente en la colecta de esta Jornada.

Otro día aún más lejano, una joven carmelita francesa, Teresa de Lisieux, al no poder marchar a las misiones, ofreció su enfermedad y su vida por el trabajo de los misioneros. Y la Iglesia la nombró patrona de las misiones. Una forma de inculcar el valor del sacrificio y la oración, que están al alcance de todos.

Con alguna frecuencia, oímos hablar de la necesidad de vocaciones misioneras. Es una especie de guiño de Dios, que está llamando a a nuestras comunidades, para que traten de escuchar a quién señala el Espíritu Santo para la misión.

El lema del DOMUND de este año dice: "Los misioneros, mártires como Cristo". Testigos del amor misericordioso de Dios, que eso significa "mártires", como el mismo Jesucristo. Seguro  que este lema tiene resonancias muy hondas para todos nosotros, que aún no hemos olvidado el testimonio valiente que han dado y siguen dando los misioneros en la región africana de los Grandes Lagos. Pero ellos no necesitan nuestra admiración, sino nuestra ayuda económica, nuestras oraciones y nuestra disponibilidad a acoger la llamada divina con la prontitud gozosa de María.   

+ Antonio Dorado,
Obispo de Málaga.

Diócesis Málaga

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