DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

La bajada de la Virgen, una lluvia de misericordia

Publicado: 12/08/1996: 1164

Invitación del Obispo a los Cultos de la Patrona

El día 25 de Agosto, Málaga acude al Santuario de la Virgen de la Victoria, su Madre y Señora, para traerla a la Santa Iglesia Catedral. En verdad, no la traemos nosotros, sino que es Ella, la Virgen, quien se pone en camino hacia sus hijos. Y este caminar de María Santísima por nuestras calles y plazas  -por nuestra vida cotidiana-, es una expresión feliz de cuanto nos dice la fe: que el Padre Dios nos está buscando a todos los hijos pródigos del siglo XX. Pues antes de que la persona humana se ponga en camino hacia Dios, El sale a nuestro encuentro cada día.

Y la Virgen, a quien la Iglesia llama "estrella de la mañana" desde tiempos muy antiguos, le precede en esta búsqueda, como precede al sol el lucero del alba. De forma que la hermosa costumbre popular de la bajada de la Virgen nos brinda toda su fuerza plástica para adentrarnos en el misterio de la vida de fe.

¡Abridle confiados la mente y el corazón! ¡Dejad que entre en cada hogar y forme parte de vuestra familia! Ella es la puerta por la que entró en nuestro mundo el Hijo de Dios, según expresión feliz de san Ambrosio; y es también la puerta por la que cada uno de nosotros podemos llegar ahora a los brazos de Dios Padre. Puerta que nos lleva a Dios y camino muy seguro hacia el amor solidario a todos los hombres.

Pues el culto que debemos a la Virgen es un culto "en espíritu y en verdad", que no debe quedar en sentimentalismos estériles. Y se constata que es verdadero cuando engendra respeto al nombre de Dios y obras de misericordia en el corazón de sus hijos.

Respetar el nombre de Dios quiere decir que le amamos y tratamos de conocerle siempre un poco más, pues diariamente dedicamos algún tiempo a rezar en familia; cada domingo y cada fiesta, acudimos al templo a celebrar la santa misa; y en todo instante, vivimos contagiados de su amor, tratando de ajustar nuestra vida y nuestra conducta a ese mundo de valores que nos señalan los mandamientos divinos y las bienaventuranzas.

Es un amor a Dios que se hace patente en nuestro amor gratuito y generoso al hombre. Pues la vida de los creyentes verdaderos siempre fue rica en obras de misericordia. Como la vida de María, a quien recibimos alegres, con el ruego de que nos enseñe a ser creyentes de verdad. Pues de Ella dice san Germán de Constantinopla:

"Salve llena de gracia, que has hecho que surgiera, en carne humana, el sol espléndido que con su bondad llena toda la creación".

"Salve, llena de gracia, nube resplandeciente del Espíritu vivificante, que traes la lluvia de la misericordia que empapa todo lo creado".

"Salve, llena de gracia, esperanza de todos los nacidos en la tierra, que has transformado el dolor en gozo, has unido los seres terrestres con los celestiales y has destruido el muro de la enemistad que los separaba".

 + Antonio Dorado,

Obispo de Málaga.

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