Hace varios años, la diócesis de Málaga emprendió una campaña eficaz y bien diseñada para rehabilitar sus templos y construir otros nuevos, donde hubiera necesidad. Des entonces, se han reconstruido numerosos complejos parroquiales, los templos y sus dependencias, y se han edificado quince de nueva planta. Sin embargo, aún tenemos pendientes unas cien actuaciones, para remozar el inmobiliario diocesano. Es el motivo de que cada año haya que dedicar a este fin cinco millones y medio de euros, que son en torno a novecientos millones de las antiguas pesetas.

Un elemento importante de esa campaña en favor de los templos es la colecta que se realiza cada verano, a mediados del mes de agosto. El año pasado se obtuvieron de dicha colecta ochenta mil quinientos sesenta y cinco euros, casi trece millones y medio de pesetas. Sin ser una cifra demasiado significativa, se une a las aportaciones de los fieles, a las ayudas de diversas instituciones y a donativos imprevistos que nunca suelen faltar. De hecho, estamos a punto de conseguir que la diócesis disponga de más de trescientos templos, con sus dependencias anejas, para servir al pueblo de Dios.

Es natural que, en mi condición de Obispo y hermano mayor de todos en la fe, os manifieste a mi profunda gratitud. Durante los trece años que llevo a vuestro servicio y cuando ya he presentado mi dimisión al Santo Padre por haber cumplido setenta y cinco años, no sólo he podido constatar vuestra generosidad, sino que comprobado que la fe de nuestras comunidades está muy viva. Se echa de ver en esta gigantesca tarea material, que es una apuesta firme de futuro y el soporte adecuado de los Proyectos de Pastoral que hemos venido desarrollando. A estos dos signos de esperanza, se une este año una rica cosecha de nuevos sacerdotes. Precisamente el día 29 de Julio ordené a seis de ellos y se vislumbra una buena perspectiva de nuevos ingresos en el Seminario.

La construcción de nuevos templos y la rehabilitación de otros, el compromiso creciente con nuestros Proyectos de Pastoral y la ordenación de nuevos sacerdotes son la respuesta de Dios a los tiempos de escasez y de securalismo creciente que atraviesa la sociedad española. Con estos pequeños signos, los católicos estamos proclamando que Jesucristo está vivo en medio de su pueblo y que el Evangelio tiene futuro. Somos conscientes también de las dificultades, pero confiamos en la fuerza del Espíritu Santo, que sabe sacar agua incluso de las rocas del desierto. ¡Porque somos los seguidores del Crucificado y la penuria, lejos de desalentarnos, estimula nuestra confianza en el Señor, que es el dueño de Viña!

Hoy me dirijo a todos con un humilde ruego. Precisamente porque atravesamos una etapa de desierto, necesitamos acrecentar nuestra fidelidad a Jesucristo y nuestra esperanza. Y considero que son los tres los objetivos que reclaman nuestra atención: la implicación de todos en la promoción de las vocaciones sacerdotales, el compromiso con el nuevo Proyecto Pastoral Diocesano que acaba de ver la luz y la colaboración para el sostenimiento económico de la Iglesia, que se traduce ahora en nuestra aportación generosa a esta colecta para la rehabilitación y la construcción de templos.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga