DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Los abuelos, memoria y riqueza de las familias

Publicado: 26/07/2006: 1614

Carta Pastoral de Mons. Dorado Soto
“Día de los Abuelos”

Desde hace años, el padre Ángel, fundador de la Asociación Edad Dorada y Mensajeros por la Paz, viene promoviendo celebrar el día 26 de Julio, fiesta de San Joaquín y Santa Ana, “El día de los Abuelos”. Me parece una iniciativa muy hermosa y merece que, entre todos, demos contenido a esta jornada.

El V Encuentro Mundial de las Familias, a cuya clausura ha asistido Benedicto XVI, nos ha dejado, entre otras cosas, las aportaciones de un congreso sobre los abuelos. Espero que los análisis hayan ido al fondo del problema y que las conclusiones se hagan públicas pronto, pues por estas fechas han aparecido en la prensa noticias muy graves y dolorosas. Un periódico de tirada nacional decía que durante el 2005, más de 300.000 personas mayores sufrieron abusos económicos y malos tratos químicos (administración abusiva de tranquilizantes) y físicos. Con frecuencia, por parte de los propios familiares. En los mismos días, un emisora de radio aseguraba que, según estudios recientes, solo uno de cada cinco mayores se puede pagar una residencia digna. Y la revista Reinado Social aseguraba que, según previsiones serias, en España habrá unos tres millones de personas mayores el año 2010.

Hay que reconocer que, desde hace años, se desarrollan diversas ofertas lúdicas a nuestros mayores, para que puedan visitar lugares que jamás habrían soñado, pero los viajes y festejos no nos permiten olvidar el problema de fondo: la situación objetiva de injusticia en la que viven estos hombres y mujeres que han sido, en importante medida, los artífices del bienestar que ahora tenemos. Urge dar respuesta a los malos tratos que padecen, a las situaciones de pobreza en que malviven los últimos años de su vida y al abandono psicológico en que se encuentran. Porque quizá resulta todavía más dolorosa la soledad afectiva que padecen muchas de estas personas. No me refiero a los casos tremendos de quienes viven solos y fallecen sin que nadie los eche de menos hasta pasados unos días, sino de todos los que no se ven queridos y valorados.

Comprendo que las condiciones de la sociedad actual imponen a las familias una forma de existencia en la que no les resulta fácil hacerse cargo de sus mayores, pero es mucho lo que podemos hacer si pensamos en la dignidad humana y en la certeza de que una persona mayor, deteriorada por los años, no es menos valiosa que otra joven. La ley de dependencia que ha prometido el gobierno puede suponer un gran paso adelante, por lo que sería necesario llegar a un pacto entre los dos partidos mayoritarios. Pues, a mi juicio, la situación de nuestros mayores es consecuencia de la injusticia ya crónica en lo que se refiere a las pensiones, de la falta de una política familiar moderna, de la pérdida de valores humanos en la educación y de una cultura que presenta el individualismo, el placer y la falta de responsabilidad como el objetivo último de la calidad de vida.

Como seguidores de Jesucristo, los cristianos tenemos que denunciar la situación de injusticia presente, buscar respuestas inteligentes y apoyar las iniciativas a favor de los mayores. Frente a hechos tan graves y a una concepción tan egoísta y superficial de la persona, el Papa Benedicto XVI nos ha recordado que los mayores  “pueden ser - y son muchas veces- los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. (Porque ) ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias”. Por tanto, “ojalá que, bajo ningún concepto sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de la muerte”.

+ Antonio Dorado Soto
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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