DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Un Reino de Justicia, de Amor y de Paz

Publicado: 20/11/2005: 2592

Carta Pastoral de Mons. Dorado Soto
Festividad de Cristo Rey

Los católicos compartimos con los demás ciudadanos el calendario civil, pero al organizar nuestra vida de oración, que tiene su cumbre en la eucaristía, nos adelantamos unas semanas. Por eso, el próximo domingo comenzará el año cristiano con el Adviento, un tiempo de espera y de esperanza para preparar la venida del Señor.

Para nosotros, está terminando el “año litúrgico”, el año de los cristianos, y le despedimos con la fiesta de Jesucristo Rey. Que nadie se ponga en guardia, porque este título nada tiene que ver con una ideología de derechas ni de izquierdas. Tampoco, con un afán de poder por parte de los cristianos. El Reino de Dios ni es de este mundo, ni es afán de poder, ni desea imponer el Evangelio por la fuerza. Confesamos que Cristo es Rey, porque es el Hijo de Dios que se ha hecho hombre y nos ha revelado la verdad más profunda sobre el hombre. Porque Él tiene la última palabra de la historia.

Hemos sido creados por Dios Padre, para ser seguidores de Jesús y para resucitar con Él a una vida nueva. Por eso nos invita a todos a seguirle, pero respeta la libertad de cada uno. Si creemos, nos da el perdón de los pecados, transforma nuestro corazón para que amemos y nos ayuda a vivir como hijos de Dios. También descubrimos que hay una fuerza interior que nos impulsa a ser libres y vivir como Él vivió. Una fuerza misteriosa y personal, que es el Espíritu Santo.

Nos ha enseñado que su Reino no es de este mundo, pues no nos lleva a tener más dinero, a ser famosos, a conseguir el poder, ni a dominar a los demás. Entrar en su Reino consiste en descubrir que Dios nos ama, que todos los hombres somos hermanos y que la manera más impresionante de vivir consiste en amar. Pero nuestra confianza en Dios y nuestra esperanza de una vida en plenitud, más allá de la muerte, no sólo no nos aleja de esta tierra, con sus alegrías y sus penas, sino que nos compromete más a fondo con el hombre y con toda su existencia.

Por eso, de igual manera que Él entró en nuestra historia y se hizo compañero de camino con todos, nosotros luchamos para que el Evangelio se encarne con su fuerza liberadora en la vida de los hombres. Dado que el Reino de Dios es “el Reino de la verdad y de la vida; el Reino de la santidad y de la gracia; el Reino de la justicia, del amor y de la paz”, como se nos dirá en misa, tenemos que ser hombres verdaderos y luchar contra toda mentira; desarrollar nuestra vida en plenitud y ponernos a favor de la vida; ser justos y trabajar por la justicia hasta el agotamiento; vivir con esa paz interior que nos acerca a todos y trabajar por una paz justa. Porque el Reino de Dios no es de este mundo, pero comienza aquí y nos compromete con el mundo real en el que vivimos.

Confesar que Jesucristo es Rey significa haber descubierto que es el sentido más hondo de la vida; el mejor modelo para ser humanos de verdad; el artífice misterioso de esa transformación interior que no logramos conseguir con nuestro esfuerzo. Porque es el Hijo de Dios, el origen y la meta de los hombres y del universo entero. Su Reino está presente en quienes creemos en Él con toda el alma. Y se tiene que notar, no en el afán de dominio, sino en nuestra apuesta por el hombre; especialmente por los pobres. Algo que no podemos olvidar cuando celebramos el “Día de los sin techo”.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
Más artículos de: Cartas Pastorales Mons. Dorado
Compartir artículo