DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

La oración en la vida del cristiano

Publicado: 18/09/2005: 1627

En septiembre cambia el ritmo de vida de nuestras comunidades cristianas. Son muchas las que perfilan ahora su plan de trabajo para vivir y proclamar el Evangelio. Y uno de los elementos decisivos del plan pastoral es la vida de fe de los evangelizadores. Como sabéis, la fe es una respuesta agradecida a la llamada de Dios, respuesta que se traduce en una confianza y amistad progresivas. Cuando la persona ha descubierto, mediante su inteligencia, el testimonio de los creyentes y su atenta lectura de la Biblia, que Dios la ama, ve cómo su corazón se inunda de confianza y alegría; cómo brota una amistad con Jesucristo que nada ni nadie puede arrebatarle. Y lo propio de la amistad es compartir con el amigo los sentimientos más hondos: los miedos, las esperanzas, la gratitud, la admiración, el gozo de vivir y la búsqueda de ayuda, pues no se entiende una amistad sin diálogo cordial y cercano.

En la vida de fe, a éste diálogo lo llamamos oración. Por eso decía Santa Teresa que orar es “hablar de amistad con quien sabemos nos ama”. Y por eso insisten los expertos en que, si la oración cesa, la vida de fe desaparece, pues no se puede mantener la confianza en Dios y saborear su amor sin manifestárselo también con el corazón y los labios. De hecho, las personas que desean cultivar su fe y transmitirla saben que no se puede hablar de Dios si no se habla con Dios de manera frecuente y amistosa.

Aparte de esa oración espontánea que va brotando al hilo de la vida, los católicos tenemos algunos modos de oración privilegiados. El primero es la celebración de la misa. La comunidad se reúne en torno al Resucitado y le presenta sus sentimientos más hondos: el arrepentimiento, la gratitud, la alabanza y los miedos en los que pide ayuda. Al hilo de cantos, de oraciones centenarias que rezaron sus mayores y de la escucha de la Palabra de Dios, los miembros de la comunidad abren el alma a Cristo y dejan que el Señor alimente su fe, su amor y su esperanza. Es la oración fundamental del cristiano, porque en ella se conmemoran y actualizan para nosotros la muerte y la resurrección de Jesucristo, con toda su fecundidad y su fuerza salvadora y liberadora.

Otra forma de oración consiste en rezar Salmos y meditar la Palabra de Dios. La lectura de la Palabra está al alcance de los fieles. Hay parroquias en las que se enseña a leer y meditar las Escrituras para descubrir el rostro de Dios y saber cómo hay que vivir. En otros casos, los miembros de las comunidades cristianas han visto la importancia de leer el evangelio del día en casa. Cuando se hace en actitud de búsqueda y silencio, Dios nos recompensa con dones que enriquecen el espíritu, como la bondad, la paz interior, la grandeza de alma, la fortaleza... No es una oración que sustituya a la misa dominical, sino su complemento para vivir los acontecimientos diarios.
Finalmente está muy extendido el rezo del santo Rosario. Es una forma sencilla de profundizar en la fe. Quienes no sepan rezarlo, pueden adquirir en librerías religiosas y en algunas parroquias folletos ilustrativos para hacerlo. Esta oración enseña a conocer el Evangelio de la mano de la Virgen y a preocuparnos de los demás. Porque la oración nos lleva a abrir el corazón a Dios y a comprometernos con el hombre.

+ Antonio Dorado Soto,

Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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