DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

El Espíritu conduce a la Iglesia

Publicado: 15/05/2005: 1180

Festividad de Pentecostés

A lo largo de las últimas semanas, hemos vivido dos acontecimientos de gran envergadura para la vida de la Iglesia: la muerte del Papa Juan Pablo II y la elección de la persona llamada a sucederle, que ha tomado el nombre de Benedicto XVI. Es natural, y me atrevo a decir que conveniente, que se hayan multiplicado los comentarios sobre el por qué de esta elección. A la luz de la historia de la Iglesia, de la sociología y hasta de las preferencias de cada comentarista, han ido apareciendo las razones y las expectativas de cada uno. Pero a la luz de la fe, que es el punto de vista correcto para un católico, no es fácil ni posible descifrar los designios misteriosos de Dios. El Espíritu, que conduce a Iglesia por los complejos caminos de la historia, ha señalado a Benedicto XVI. Y deseo que lo recordemos hoy, fiesta de Pentecostés.

Esta certeza es la fuente de nuestra paz y de nuestra confianza en medio de los cambios, pues sabemos que el Espíritu "conduce a la Iglesia a la verdad total, la une en la comunión y en el servicio, la construye y dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la adorna con sus frutos" (LG 4). Es verdad que los españoles vivimos en un contexto histórico que parece cerrar los ojos a los valores del espíritu y conformarse con una existencia a ras de tierra, centrada en esa nueva ideología o idolatría que llaman "calidad de vida". Sin embargo, hay signos muy elocuentes de que Jesucristo sigue vivo en medio de su pueblo. Entre ellos, la respuesta de numerosos jóvenes al tener noticia de la muerte de Juan Pablo II y su participación en la misa que celebramos por él. No pocos de ellos ya se están preparando para acudir en Agosto a la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Colonia.

En este contexto, la figura de Marcía nos enseña y nos invita a lo largo del mes de Mayo a abrirnos al Espíritu Santo, al Aliento de Dios que nos empuja mar adentro y nos lleva a descubrir que una calidad de vida verdaderamente digna de tal nombre sólo se es posible cuando la persona se abre a Dios y se deja transformar por su amor. Porque sólo ÉL es nuestra plenitud. Y si la Virgen sigue siendo una bendición para millones de seres humanos que la proclamamos bendita, es porque abrió su corazón al Espíritu Santo para acoger a Jesucristo, el Hijo Unigénito de Dios.

En la fiesta de Pentecostés, que actualiza la Venida del Espíritu sobre la primera comunidad cristiana, nuestra Madre y Seññora nos anima a abrir de par en par el corazón, para que nuestra vida sea fecunda en frutos del Espíritu: la paz interior y la apuesta por la paz social; la alegría de saber que Dios nos ama y camina con nosotros; la grandeza de alma frente al egoísmo reinante, que se limita a saborear placeres; la fortaleza ante una cultura cerrada al Misterio, que nos lleva a navegar contra corriente; la grandeza de alma ante quienes nos critican; y la bondad a toda prueba.

No olvidéis la promesa de Jesús, que nos dijo: Recibiréis la fuerza del Espíritu, que será vuestro defensor y os llevará a la verdad completa, para que seáis mis testigos en todos los rincones de la tierra. ¡Testigos del amor de Dios al hombre y de la grandeza inviolable de la dignidad humana!


✝ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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