DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Con esperanza y alegría por el nuevo Papa

Publicado: 16/04/2005: 930

Carta Pastoral de Mons. Dorado Soto. Invitación a orar por el nuevo Papa

Hoy os invito sencillamente a orar, a rezar por la Iglesia en esta nueva etapa. Y a rezar con afecto y con gratitud por la persona que el Espíritu Santo ha decidido poner al frente del Pueblo de Dios. Es natural que los analistas se pregunten por qué este hombre y no otro; y es también natural que cada uno ponga de manifiesto sus preferencias y su punto de vista. Pero sabemos que los designios de Dios son inescrutables, además de ser imprevisibles. Por eso, os animo a rezar por la Iglesia y por el nuevo Papa, a acoger con esperanza al hombre señalado por el Espíritu y a fomentar con vuestras palabras y con vuestras actitudes la fidelidad a la Iglesia.

Por mi parte, como dije recordando a Pablo VI, en la homilía de la primera Misa que ofrecí por Juan Pablo II en la Santa Iglesia Catedral, al día siguiente de su muerte, la impresionante herencia que nos han legado sus 26 años de servicio al Pueblo de Dios no puede ni debe quedar sepultada en una tumba. Y es misión de todos los cristianos hacer que fructifiquen sus intuiciones más profundas.

Entre ellas, deseo recordar cuatro, por su permanente actualidad.

La primera, que la esencia del Evangelio y el centro de nuestra fe es Jesucristo. Por consiguiente, tenemos que presentar a Jesucristo también al hombre de hoy, pues el primer deber del cristiano consiste en conocer a Jesucristo por la lectura, la meditación y el estudio de la Palabra de Dios, en amarle y en darle a conocer. Para amar a Jesucristo y para acoger su amor con alegría necesitamos la ayuda de la oración, la celebración fervorosa de la Misa y la contemplación creyente de la vida diaria. Y este amor se tiene que poner de manifiesto en la cercanía afectiva y en el servicio a los empobrecidos, a los ancianos, a los enfermos crónicos y a todos los que sufren, no menos que en la lucha por la justicia.

La segunda, que la principal urgencia pastoral de nuestro tiempo es la santidad. O lo que es igual, que la forma privilegiada de proclamar el Evangelio consiste en vivir a fondo las Bienaventuranzas, porque las palabras interpelan, pero el testimonio de vida es contagioso. Además, cuando analizamos los grandes movimientos de liberación que sobreviven en la historia a favor de los niños sin hogar, de los enfermos mentales, de los ancianos sin familia y de los que nadie quiere, en su raíz no encontramos a los teóricos del Evangelio, sino a personas que se tomaron el amor a los pobres absolutamente en serio, como Juan Bosco, Juan de Dios, Juana Jugan y Luisa de Marillac.

La tercera gran intuición de Juan Pablo II que deseo subrayar es que el hombre es el mejor camino hacia la Iglesia. Por tanto, la defensa de los derechos humanos, el esfuerzo por implantar la justicia social, la lucha contra las estructuras de pecado y la apuesta decidida por la paz, además de ser valores humanos fundamentales, constituyen una buena tierra para que germine la fe en Jesucristo muerto y resucitado.

Y finalmente la cuarta, que se puede ser una persona moderna y cristiana, porque la fe no tiene nada que temer de los avances de la ciencia ni de la búsqueda de la verdad. Y el cristiano, en lugar de ocultar su fe como un asunto privado y sentirse acomplejado ante los avances humanos en todos los campos, tiene que saber dar razón de su esperanza y dialogar críticamente con el mundo moderno.

Por lo demás, todo Papa es diferente o otro, pero Dios elige al que necesitamos en cada circunstancia histórica y le sostiene con su gracia. Por eso, os invito a rezar, a que nos os dejéis llevar por análisis superficiales y a que mantengáis vuestra confianza en Jesucristo, que se nos ha dado a conocer y nos sigue salvando en y por la Iglesia.


+ Antonio Dorado Soto
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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