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Apostar por la caridad: la Misión

Publicado: 17/04/2005: 986

Carta Pastoral de Mons. Dorado Soto, Día de la Misión Diocesana

Un año más la Iglesia Diocesana de Málaga celebra la Jornada que ayuda a tomar conciencia de la dimensión fundamental que es la “misión evangelizadora” fuera de sus propios límites.

Porque la Iglesia particular que es la vivencia de todo el misterio de la Iglesia en un lugar determinado, como en nuestro caso la Diócesis de Málaga, tiene que vivir como experiencia  básica de la fe la “comunión” con todas las demás Iglesias y, por tanto,  la colaboración apostólica en favor de  las necesidades de las demás diócesis en la medida que le es posible.

Así lo enseñó el Concilio en el Decreto “Ad gentes”. “Puesto que la Iglesia entera es misionera y la obra de evangelización deber fundamental del Pueblo de Dios, el Sagrado Sínodo invita a todos a una profunda renovación interior para que, teniendo una viva conciencia de la responsabilidad propia en la difusión del Evangelio, asuman su papel en la obra misionera” (n.35)

Esta dimensión anunciadora de Jesucristo tiene especial urgencia dada la crisis de secularismo que se ha desarrollado en nuestra sociedad. La indiferencia religiosa crece y los valores morales son cada vez menos tenidos en cuenta.

Por eso la “misión” de la Iglesia no se refiere sólo a la predicación del Evangelio donde nunca ha sido proclamado, sino también al fortalecimiento de la fe y de la caridad en los países de antigua tradición cristiana.

Y esto lo realiza cada Iglesia particular anunciando  el Evangelio con el testimonio de vida, con el servicio de la Palabra de Dios y de las obras en favor de la promoción humana, tan íntimamente relacionada con la evangelización, tal como nos lo recordó el Papa Pablo VI en su Exhortación “La Evangelización en el mundo contemporáneo”.

“La evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el decurso de los tiempos se establece entre el evangelio y la vida concreta, personal y social, del hombre” (n.29)

Testimonio que es, asimismo, colaboración  con las Iglesias particulares que tienen necesidad y que reclaman la ayuda fraterna de otras diócesis.


La Diócesis de Málaga desde hace cincuenta años colabora en esta tarea con diócesis de Venezuela, que tienen falta de sacerdotes, religiosos y laicos dedicados a la “misión”.

El año pasado se cumplió medio siglo de cooperación entre las Diócesis de Málaga y algunas Diócesis de Venezuela. Fue el cumplimiento de una siembra generosa realizada en el Seminario desde los años de la reforma del Beato Manuel González. Entre los sacerdotes de edad media y mayores se repite con alegría y gratitud el grito que repetía el ejemplar misionero, que vive su ancianidad entre nosotros, D. Alberto Planas García, “Et ultra...”  Los sacerdotes jóvenes han oído relatar este entusiasmo de cooperar con las iglesias americanas que es vivido desde hace tantos años.

A los pocos años de presidir la Iglesia de Málaga, el Cardenal Herrera Oria estaba convencido de la dimensión misionera que Málaga debía vivir y animó el envío de sacerdotes al oriente venezolano. Las vicisitudes, el quehacer, las alegrías y los sufrimientos, el ejemplo de disponibilidad a los respectivos obispos de los sacerdotes que marcharon a aquellas iglesias diocesanas con el afán de trabajar insertos en los respectivos presbiterios sólo Dios lo conoce.

Lo que nosotros hemos sabido -y que últimamente ha sido publicado por D. Lorenzo Orellana con motivo de los cincuenta años de cooperación- nos mueve a dar gracias al Señor. En Venezuela han fallecido varios de nuestros sacerdotes como signo de que Málaga entendía la misión como entrega total y generosa.


Málaga y Caicara del Orinoco.

La colaboración sacerdotal en distintas diócesis americanas tuvo en el año 1986 un cambio muy importante.  Málaga asumía nuevo  trabajo apostólico de ayuda fraterna, la colaboración sacerdotal con  una parte de la Archidiócesis de Ciudad Bolívar. En concreto Caicara del Orinoco, zona muy extensa y con numerosa  población en plena selva.

Otros sacerdotes han permanecido colaborando con otros obispos pero el centro de atención de la diócesis de Málaga es Caicara del Orinoco con responsabilidad de mantener la presencia de  sacerdotes malagueños que unidos a un sacerdote de origen vasco y algunas comunidades religiosas femeninas trabajan con verdadero espíritu de sacrificio en obediencia pastoral al Arzobispo de Ciudad Bolívar.

En ellos y a través de ellos la Diócesis de Málaga hace presente el cumplimiento de la responsabilidad misionera en favor del mundo entero y que para Málaga se ha concretado especialmente en esta zona venezolana.


La responsabilidad de la comunidad diocesana

Conocer la realidad. No lo haríamos bien si esta cooperación evangelizadora no fuese de toda la diócesis. Sacerdotes, diáconos, monjas, religiosos y religiosas y laicos y también yo, como obispo, debemos asumir como responsabilidad propia el trabajo apostólico que allí se realiza. Un quehacer que debe ser conocido cada día en sus posibilidades y en sus dificultades, en sus necesidades.

Las comunicaciones periódicas de la Delegación de Misiones quiere ofrecernos periódicamente la actualidad de lo que allí se vive. Nos preocupa la gran pobreza de la zona pastoral y admiramos la creatividad de aquellas comunidades cristianas que, con dificultades económicas, promueven  obras dedicadas al mejor servicio de la tarea evangelizadora y de la promoción humana. Pero es necesario que nosotros tengamos crecido interés en conocer la vida de aquella iglesia diocesana con la cual nosotros colaboramos y estimamos como propio.

Es la Diócesis la que está comprometida en esa colaboración y no sólo los que están allí, sacerdotes y laicos. Y, por tanto, debemos durante todo el año conocer, sentir y amar como si fuese realidad de la propia diócesis malagueña lo que acontece en Caicara del Orinoco.


Orar.  El Señor nos enseñó a pedir a Dios Nuestro Padre por la “misión”.
Ojalá no transcurriese un día sin nuestra oración personal y comunitariamente algún día de la semana. Sólo con la oración valoramos la trascendencia de la misión encomendada y ayudaremos a nuestros hermanos y hermanas a vivir con la fuerza del Espíritu el día a día de un quehacer duro que tiene la compensación de la sencillez, de la acogida de los feligreses.

Ayudar económicamente. Se que las peticiones en este orden son reiteradas, pero debemos tener conciencia clara de que el mantenimiento humano y social de aquel sector de la Iglesia venezolana sólo es posible con nuestra colaboración económica.

Las circunstancias actuales han agravado la situación. El mantenimiento de nuestros sacerdotes, las obras apostólicas y muchos de los indispensables servicios sociales promovidos por la comunidad cristiana son imposibles sin nuestra ayuda. Dependen de nosotros.

Por eso he de pedir, en nombre del Señor y de los que trabajan en aquellas tierras,  vuestra generosa y sacrificada aportación.


Conclusión.

La Iglesia particular de Málaga, que también tiene muchas necesidades, cuando llega este Día de la Misión Diocesana da gracias al Señor por el medio siglo de cooperación fraterna con algunas de las iglesias hermanas de Venezuela. El servicio que prestamos redunda en primer lugar en nuestro propio bien.

Nos ayuda a ser más universales, más generosos. Y al contemplar los graves problemas de otras comunidades cristianas aprenderemos a vivir los nuestros con mayor equilibrio, con más paz y, al mismo tiempo, acojemos  el testimonio de vida cristiana que se hace entrega en situaciones de mayores dificultades y carencias que las nuestras.

Os reitero, queridos diocesanos, el deseo de que todos sintamos como propia la colaboración con las diócesis de Venezuela, especialmente con Caicara del Orinoco. A los obispos, a los presbíteros, a los religiosos y religiosas y a los laicos que trabajan en el quehacer evangelizador en aquellas tierras, los que nacieron allí o se han incorporado después, desde Málaga les saludamos con el gesto de la PAZ. Y con la petición de que recen por nosotros.

Y que reciban nuestra cercanía fraterna porque les tenemos presente en nuestra oración, porque la vida de aquellas comunidades cristianas nos interesa y la sentimos como propia y es motivo de estímulo y gozo su vida cristiana y porque estamos convencidos de la necesidad de compartir de lo nuestro con ellos, en la seguridad de que aquella iglesia conoce también de nuestras necesidades de personas y de medios económicos para tantas tareas evangelizadoras a las que tenemos que responder.

Con mi reiterada gratitud por vuestra colaboración en la colecta del año pasado y cuyo resultado y finalidad la Delegación de Misiones os ha dado a conocer, os bendice,

 


✝ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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