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La vida de los trabajadores

Publicado: 27/02/2005: 1211

Aunque no le corresponde a la Iglesia dictaminar sobre el modo concreto en que se organiza la vida laboral de un pueblo, "considera deber suyo, como ha escrito el Papa, recordar siempre la dignidad y los derechos de los hombres del trabajo, denunciar las situaciones en las que se violan dichos derechos y contribuir a orientar estos cambios, para que se realice un auténtico progreso del hombre y de la sociedad" (LE 1).

Mirando a lo que sucede en nuestra provincia y en toda la diócesis de Málaga, hay tres cuestiones sangrantes que reclaman la atención y el compromiso del cristiano. La primera, los accidentes laborales, especialmente aquellos que se cobran la vida del trabajador. Que en los primeros diecisiete días de Febrero hayan muerto en Andalucía siete personas debido a accidentes laborales es un toque de alarma. Y en la provincia de Málaga, en lo que va de año, han fallecido ya dos trabajadores. Esta triste realidad no es una cuestión de empresarios, sindicatos y gobernantes, sino de toda la sociedad, que es la que sufre en sus carnes las consecuencias de dichos accidentes. Además de exigir justicia, hay que analizar las causas y proponer medidas preventivas, sin resignarnos a semejante estado de cosas, como si se tratara de una fatalidad irremediable.

Es evidente que nadie tiene derecho bajo ningún concepto a tolerar condiciones de trabajo que pongan en peligro la vida del trabajador. También es verdad que algunos trabajadores asumen riesgos inútiles por exceso de confianza y por no cumplir con rigor las normas establecidas, pero me pregunto si no influye en medida importante la falta de libertad en que se encuentran numerosos trabajadores a la hora exigir sus derechos, los excesos del horario, la impericia debida a los trabajos en precario que tienen que aceptar y la sumisión que se les exige.

Otra cuestión que reclama nuestra atención y nuestro esfuerzo es la condición de los trabajadores que no tienen su documentación en regla. El gobierno está haciendo un intento laudable, aunque también arriesgado y criticado por muchos, para legalizar a los inmigrantes y hacer que aflore la economía sumergida. Y no son raros los casos de explotación de inmigrantes que salen a la luz. Aunque en dicha explotación estén implicados otros inmigrantes que se comportan como verdaderas mafias, no podemos cerrar los ojos a esta realidad dolorosa. El abuso de las personas indefensas es algo que clama al cielo y llega al corazón de Dios.

Y por fin, si bien no es la cuestión menos dolorosa, está la situación a la que se ven abocadas numerosas mujeres jóvenes, que vienen engañadas y luego son arrojadas a las redes de la prostitución. Es una explotación especialmente repugnante, que cuenta con la colaboración de compatriotas de estas mujeres, pero que sería imposible sin el apoyo de conciudadanos nuestros.
He ahí tres situaciones en las que la dignidad y los derechos del trabajador se ven pisoteados, tres situaciones que reclaman la atención y el compromiso de quienes, por la fe en Jesucristo, defendemos la primacía de la persona frente a la eficacia y al beneficio.

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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