DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Al servicio de Dios y de los hombres

Publicado: 02/02/2005: 865

Carta Pastoral de Mons. Dorado Soto Jornada de la Vida Consagrada

El día 2 de Febrero, fiesta de la Presentación del Señor, celebramos la Jornada de la Vida Consagrada. La Iglesia recuerda el momento en que, transcurridos cuarenta días, María y José, como buenos padres judíos, “llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley”.

Desde los primeros tiempos, la comunidad cristiana ha vito en este sencillo gesto el comienzo de la entrega de Jesucristo a la voluntad del Padre; una entrega de amor y de servicio, que alcanza su momento culminante en la cruz. Por eso decimos los cristianos que la muerte de Jesucristo en la cruz es la expresión más impresionante del amor que Dios nos tiene, y nos enseña a vivir nuestra existencia como un sí continuo al Señor, que todo lo dispone para nuestro bien.

Se explica que celebremos ese día la Jornada de la Vida Consagrada. Es decir, que recordemos a todos esos hombres y mujeres que han convertido su vida en un don a Dios, para buscar su rostro en la soledad de los claustros y para servirle en medio del mundo. Son las religiosas, los religiosos y los miembros de los Institutos Seculares. Una legión de hombres y de mujeres que gastan la vida entre los enfermos, en las residencias de ancianos, en los campos de refugiados, en las misiones, en la cárcel, en la educación de la juventud y en la atención a los empobrecidos de todos los lugares del planeta. Viviendo su existencia como un camino que va desde la gloria del Tabor al monte Calvario, no pretenden otra cosa que ser testigos del amor de Dios al hombre y amar a todos en el corazón de Dios.

Como humanos que son, tienen sus defectos y sus momentos de desánimo, pero sostenidos por la fe y fortalecidos por el Espíritu Santo, intentan vivir su vida en actitud permanente de servicio desinteresado. Cualquiera que los conozca de cerca, admitirá que han escrito algunas de las páginas más impresionantes de la historia humana. Pienso en personas muy cercanas en el espacio y en el tiempo, como Sor Ángela de la Cruz, Madre Teresa de Calcuta, la Beata Victoria Diez y decenas de miles que gastan hoy su vida entre los enfermos de sida, los enfermos mentales y los más desamparados entre los ancianos y los niños.

Durante las últimas décadas, las vocaciones a la vida consagrada han disminuido de forma alarmante en el mundo rico. En parte, porque satisfechos por las conquistas de la ciencia y del bienestar, hemos olvidado a Dios; en parte, porque nacen menos niños; y en parte, porque hemos perdido la capacidad de comprender la grandeza y el sentido de la vida y del Evangelio. Y con la disminución de las vocaciones consagradas, se resiente la historia de los pueblos, pues como dice Juan Pablo II, “más allá de las valoraciones superficiales de funcionalidad, la vida consagrada es importante precisamente por su sobreabundancia de gratuidad y de amor, tanto más en un mundo que corre el riesgo de verse asfixiado en la confusión de lo efímero”. Además, “sin este signo concreto, la caridad que anima a la Iglesia correría el riesgo de enfriarse” (VC 105).

Por eso, esta Jornada nos invita a descubrir el significado profundo de la vida consagrada, a mostrar su belleza a nuestros jóvenes y a pedir a Dios por las vocaciones de especial consagración, que constituyen una riqueza para la Iglesia y la humanidad.


✝ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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