DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Estuve en la cárcel y vinisteis a verme

Publicado: 24/09/2004: 1355

Festividad de Ntra. Sra. de la Merced


La fiesta de Nuestra Señora de la Merced pone ante nuestra mirada la situación de numerosos hermanos que viven privados de libertad: los reclusos. Comprendo que su condena es la manera en que la sociedad trata de defenderse frente a la delincuencia y a conductas antisociales. Por otra parte, basta con estar atentos a la opinión público para darse cuenta de que la ayuda a los presos no goza hoy de buena prensa. Sin embargo, los cristianos queremos ser fieles a Jesucristo, que nos manda acercarnos a estos hermanos y tenderles una mano amiga y liberadora. El cómo, habrá que descubrirlo entre todos.

Entre las situaciones más sangrantes están de los enfermos de SIDA, ya que no hay para ellos un lugar fuera de la cárcel en el que puedan ser tratados y ayudados; la de las personas que pasan meses y años en presión preventiva, sin que al final se encuentre un motivo para condenarlos; la de los niños cuyas madres están encarceladas, que pagan a su manera por un delito que no han cometido; y la de los reclusos en general cuando hay situación de hacinamiento y muy escasas perspectivas de reinserción social. Hablo de seres humanos, cuya vida y sufrimientos no nos pueden dejar indiferentes.

A la hora de preguntarme qué podemos hacer, me siento un poco intimidado ante la magnitud de este drama humano. Se me ocurre que lo más importante es quererlos y manifestárselo, como hacen los miembros de la pastoral penitenciaria. Las visitas a la cárcel, la escucha amistosa, el apoyo para que mantengan viva la esperanza y los intentos de conectar con las familias constituyen una valiosa aportación. Algunos llegan más lejos y propician iniciativas humildes de reinserción social y de ayuda a las madres con hijos pequeño. ¡¡Que Dios os bendiga, para que no perdáis el ánimo!
Aparte de esta acción de grupos minoritarios, es necesario que las parroquias no permanezcan de espaldas a los presos, pues como ha dicho alguien, la falta de interés por ellos "es un problema de amor". Y es mucho lo que se puede hacer. Especialmente en lo que se refiere a conocer mejor este problema y a afrontar las causas que llevan a la cárcel a una persona. Hay que recordar que un altísimo porcentaje de reclusos proceden de las familias desestructuradas, cuyos hijos han recorrido ese fatídico camino que es el fracaso escolar, la violencia y la droga. De ahí que todo lo que sea fortalecer la integración de la familia, apoyar a los profesores y trabajar por una escuela de calidad es ya una manera de afrontar esta cuestión.

Nuestra Señora de la Merced, Patrona de los Presos, nos recuerda que también ellos son sus hijos y que necesitan la ayuda de todos. Aunque haya algunas iniciativas que resultan un tanto chocantes y arriesgadas, es preferible equivocarse por amor a quedarse de brazos cruzados por miedo a fracasar o por indiferencia. Ante un problema tan difícil, la tentación normal es
permanecer a distancia para no complicarse la vida y no ensuciarse las manos, pero Jesucristo sigue diciendo a sus seguidores: "Venid, benditos de mi Padre, porque estuve en la cárcel y vinisteis a verme".

✝ Antonio Dorado,
Obispo de Málaga.

Diócesis Málaga

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