DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Nadie puede permanecer indiferente

Publicado: 26/09/2004: 877

Jornada Mundial de las Migraciones

El 26 de Septiembre celebra la Iglesia la Jornada Mundial de las Migraciones, una realidad humana que este año llega en medio de una fuerte polémica entre los diferentes grupos políticos. Los cristianos, como ciudadanos que somos, no debemos permanecer al margen este debate pues nos sentimos especialmente impactados por el doloroso drama de estos hermanos y las cuantiosas muertes que han tenido lugar en los últimos meses. ¡Desde nuestra fe en Dios y nuestro amor al hombre, tenemos que exigir con firmeza que cese ya esta terrible sangría!


Lo grave y difícil de la cuestión es encontrar una solución satisfactoria a un problema tan complejo. Es evidente que España tiene necesidad de inmigrantes y que su aportación por el IRPF y por las cuotas de la seguridad social nos benefician a todos. Además, nadie puede quitar al hombre el derecho a emigrar para buscar un trabajo que le ayude a vivir y a realizarse, ni el derecho a la reunificación de la familia y a gozar de unas condiciones de vida dignas, especialmente en lo que se refiere a la seguridad jurídica y a la posibilidad de ser un ciudadano más.


Pienso que los gobernantes son los primeros que desean encontrar una respuesta adecuada a este difícil problema. Saben que la situación presente es insostenible, porque alienta el tráfico criminal de las mafias, permite que empleadores sin escrúpulos abusen de la situación de indefensión de los inmigrantes que no disponen de la documentación exigida y abre las puertas a una inmigración incontrolada que no favorece a nadie y es perjudicial para todos. Quiero pensar que los políticos son conscientes de todo ello y que no es fácil encontrar la solución adecuada. Por supuesto que tampoco yo la tengo ni es mi cometido ofrecer respuestas técnicas a este tremendo drama.


En mi condición de Obispo, me limito con toda humildad y esperanza a ofrecer algunas sugerencias que puedan contribuir a la búsqueda imaginativa y audaz que nos pide este signo de los tiempos. Y la primera es una invitación a no permanecer al margen y a no dejarnos ganar por el fatalismo. Muchos de vosotros, economistas, sociólogos, juristas y trabajadores sociales seguramente tenéis algo importante que decir y los otros no debemos cruzarnos de brazo y permanecer al margen. Nos queda el derecho a la protesta, la posibilidad de recabar de información y el deber de debatir sobre ese tema. Cualquier cosa, menos mirar hacia otro lado.


Por otra parte, está en nuestras manos no abusar de la situación de indefensión de los inmigrantes y ayudarles a defender sus derechos. Sólo será posible si los acogemos en nuestros barrios, en nuestras asociaciones sociales, en nuestras comunidades cristianas y en nuestros lugares de trabajo, conscientes de que son hijos de Dios como nosotros. Las formas de hacerlo pueden ser muy diversas y la fe vivida es siempre imaginativa para encontrar las respuestas adecuadas.
En todo caso, tenemos que acercarnos a estos hermanos, especialmente a los que están en las condiciones más precarias, con un enorme respeto, con apertura de corazón para descubrir cuanto nos aportan, con actitud dialogante para superar las diferencias, con espíritu crítico ante formas culturales contrarias a los derechos humanos y siempre con amor evangélico. Especialmente a las mujeres que llegan engañadas y se ven arrojadas a la prostitución.


Si me preguntáis cómo, sólo me queda por decir que nos dejemos guiar por el amor de Jesucristo y la fuerza de su Espíritu, buscando juntos las pequeñas soluciones a los problemas cercanos. Como os he dicho otras veces, hay que desarrollar también en este terreno la espiritualidad del grano de mostaza, de esas pequeñas acciones que mantienen encendido el fuego del amor evangélico y la protesta ante lo que es injusto.

✝ Antonio Dorado,
Obispo de Málaga.

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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