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Otra catequesis de adultos: peregrinar a Tierra Santa

Publicado: 29/10/2006: 1315

Al plantearse cómo fortalecer la fe de los cristianos, nuestro Proyecto Pastoral reconoce el valor de las iniciativas que existen para profundizar en la sagrada Escritura, pues “la importancia de la Palabra de Dios para la vida cristiana, está reclamando potenciar la lectura creyente de la Biblia”. Esta afirmación se apoya en la enseñanza del Vaticano II, que nos dice: “Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual”.

Pues bien, en fechas recientes, he constatado personalmente que peregrinar a Tierra Santa con un grupo de personas ávidas de conocer mejor a Jesucristo para más amarle y servirle, es una excelente catequesis de adultos. Por una parte, el recorrido por los lugares donde nació, vivió, predicó, murió y resucitó Jesús de Nazaret proporciona un profundo aprendizaje. Cuando el sacerdote o el catequista que va al frente del grupo completa con datos evangélicos las informaciones del guía y responde a las preguntas de los peregrinos o anima a que cada uno comparta con los demás sus conocimientos, se produce un acercamiento sólido y vivo a los relatos evangélicos. En especial, si en cada itinerario se sitúan los acontecimientos que narran los evangelios y se ha facilitado antes una información con los diversos relatos que están relacionados con ese lugar. Porque en Tierra Santa no sólo hablan las Escrituras sino también piedras desenterradas por los arqueólogos, los caminos, el río, el lago y las colinas.

Por otra parte, la oración de la mañana en el autocar, después de haber indicado los lugares que se van a visitar durante esa jornada, predispone el ánimo para acoger los textos que luego se irán leyendo y comentando en público. Aunque el impacto mayor se recibe con la celebración de la santa misa en lugares tan significativos como Nazaret, Belén, Caná, el monte de las Bienaventuranzas, el Tabor, Getsemaní y el Calvario. Estas celebraciones constituyen una gracia de Dios especial y una experiencia inolvidable.

Por lo demás, cuando se realizan con devoción y respeto, al margen de las ofertas comerciales, gestos sencillos como la renovación de las promesas bautismales, la renovación del sí entre los esposos y el recorrido del “Via Crucis” con recogimiento interior en medio de la indiferencia de los transeúntes, producen un hondo impacto en quien los practica a la luz de la fe.

Por todo ello, considero un acierto la práctica de algunos grupos cristianos que tienen como parte de su iniciación cristiana la visita a Tierra Santa. Aprovechando que la Delegación Diocesana de Peregrinaciones ha organizado una en torno a la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, como Obispo y como hermano en la fe, os animo a participar en ella si os lo podéis permitir, pues considero que es una gracia de Dios y un tiempo muy bien empleado. Especialmente, si se ha preparado con esmero el espíritu de los participantes y se tiene muy claro que se va a peregrinar a la cuna de la fe cristiana, para profundizar con el corazón y la inteligencia en nuestro conocimiento de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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