DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Podemos cambiar esta situación injusta (Manos Unidas)

Publicado: 11/02/2007: 954

Carta Pastoral de Mons. Dorado para la Campaña de Manos Unidas, 2007

Cuarenta y siete años de trabajo en favor de los empobrecidos de la tierra y de contacto con ellos proporcionan una gran experiencia y una extraordinaria capacidad de respuesta. Manos Unidas cuenta hoy con un potencial impresionante para realizar sus proyectos solidarios: la fe en Jesucristo, los miles de voluntarios que la componen y una forma de actuar, que no sólo da respuestas inmediatas al presente, sino que crea futuro. Porque sus proyectos consisten básicamente en ayudar a los demás y en implicarlos en la búsqueda de soluciones, para que consigan valerse por sí mismos.

Este año ha dirigido su mirada y sus proyectos al tema de la educación, que es el segundo de los objetivos que figuran en la Declaración del Milenio, firmada por 189 Estados, reunidos en Nueva York el año 2.000. Ante la constatación de que existen más de 121 millones de niños en edad escolar primaria que no pueden asistir a la escuela, se pretende que el año 2015 hayamos conseguido la escolarización universal. El problema se concentra con un peso específico en África Subsahariana y la solución está al alcance de nuestras posibilidades, con tal de que nos pongamos en movimiento, aportemos la ayuda que podamos cada uno y presionemos a la opinión pública para que los Estados firmantes de la Declaración no se laven ahora las manos.

Para un católico, esta inquietud no resulta novedosa, pues ya el 1967 decía Pablo VI, al abordar la lucha contra la pobreza, que “la educación básica es el primer objetivo de un plan de desarrollo”, no sólo porque “el hambre de instrucción no es menos deprimente que el hambre de alimentos”, sino porque la alfabetización es, “para la sociedad, un instrumento privilegiado de progreso económico y de desarrollo”, y para el hombre, “un factor esencial de integración social, no menos que de enriquecimiento personal” (PP 35). Mas aunque no sea novedosa esta inquietud, ahora se da una feliz convergencia de esfuerzos, que pueden hacer viable lo que hace cuarenta años era sólo una denuncia profética y un noble deseo.

Con Manos Unidas se puede trabajar de muchas formas, que están al alcance de la mayoría de los miembros de nuestras comunidades. Por supuesto, desarrollando la imaginación para recaudar fondos durante la campaña que se centrará en el domingo 11 de Febrero, día en el que también se hará una colecta en las misas de cada parroquia y comunidad. Pero también se puede colaborar difundiendo, en los colegios y los grupos juveniles, los sugerentes materiales pedagógicos que elabora cada año; o creando grupos de apoyo en las parroquias en las que no existan todavía. Especialmente las personas jubiladas con experiencia en otros campos, pueden encontrar aquí un medio de poner al servicio de los pobres muchos de sus conocimientos y bastante de su tiempo libre.

Como os he recordado otros años, y seguramente sabéis por vuestros contactos con esta organización de la Iglesia, el dinero que se recauda llega íntegramente a los pobres, a través de proyectos bien diseñados y seguidos de cerca. Es la ventaja de que los dirigentes y colaboradores tanto los diocesanos y como los nacionales sean personas que trabajan gratis, movidas por su amor, su esperanza y su fe; personas que ponen su competencia profesional y sus desvelos al servicio de los empobrecidos, por puro amor a Dios y a sus hermanos los hombres.

Os invito a todos a meditar en el lema de la campaña de este año, que reza así: “Sabes leer, ellos no. Podemos cambiarlo”. Como las cosas de Dios, la implicación de cada uno es cuestión de amor y de fe, de esa fe evangélica que mueve montañas.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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