DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Madre de los pobres, los humildes y sencillos

Publicado: 15/07/2007: 1140

Por estas fechas, nuestras costas, y algunos pueblos del interior, se engalanan con su mejor alegría para honrar a Nuestra Señora del Carmen, Patrona de las gentes del mar. Su escapulario, un hábito en miniatura de la Orden del Carmelo, ha constituido, junto con el Rosario, una de las devociones marianas más extendidas entre los católicos de todo el mundo durante los últimos siglos. Precisamente mañana saldrán numerosas procesiones, entre las que sobresalen por su belleza y vistosidad, las que organizan las parroquias situadas en la costa.

Aunque sólo Dios sabe lo que hay en el corazón de las personas que se brindan a colaborar en la organización y el desarrollo de estos desfiles, pienso que predominan en ellas los sentimientos de amor y confianza en María, la Madre de Dios. Como dice “El Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia”, documento de la Congregación para el Culto Divino, la devoción a la Santísima Virgen, en sus múltiples y ricas formas populares, nace del amor del Pueblo de Dios a Jesucristo, que ve en su Santa Madre un modelo de vida evangélica.

“Los más pobres, dice, la sienten especialmente cercana. Saben que fue pobre como ellos, que sufrió mucho, que fue paciente y mansa. Sienten compasión por su dolor en la crucifixión y muerte del Hijo, se alegran con Ella por la resurrección de Jesús. Celebran con gozo sus fiestas, participan con gusto en sus procesiones, acuden en peregrinación a sus santuarios, les gusta cantar en su honor, le presentan ofrendas votivas. No permiten que ninguno la ofenda e instintivamente desconfían de quien no la honra” (n. 183).

  Las parroquias, y las comunidades cristianas en general, no deben inhibirse ante las ricas manifestaciones de piedad popular que existe en nuestra diócesis en torno a la Virgen del Carmen, ni limitarse a una presencia mínima e imprescindible. Es necesario profundizar en este fenómeno religioso, con sus luces y sus sombras, dialogando con las personas que se implican más en él y aprovechando la ocasión para presentar la figura real de María y su papel en la Historia de la Salvación. El discernimiento compartido, la escucha paciente y la comprensión generosa hacia la piedad de las personas sencillas nos puede enriquecer a todos. Lo que importa es no quedarse en aspectos secundarios y profundizar en el Evangelio.

Como nos decía Pablo VI, al analizar los medios más aptos para evangelizar, la piedad popular “está expuesta frecuentemente a muchas deformaciones de la religión; es decir, a las supersticiones. Se queda frecuentemente a un nivel de manifestaciones culturales, sin llegar a una verdadera adhesión de fe (...). Pero cuando está bien orientada, sobre todo mediante una pedagogía de evangelización, contiene muchos valores. Refleja una sed de Dios que solamente los pobres u sencillos pueden conocer” (EN 48).

Desde el punto de vista de la fe, es evidente que el papel de Santa María consiste en llevarnos al seguimiento de Jesús, el Hijo unigénito de Dios. Pero lejos de oscurecer la figura del Señor, su función de Madre nos lleva al misterio central del Credo católico: que el Hijo de Dios se hizo hombre, para hacernos partícipes de su naturaleza divina. Y cometeríamos una grave torpeza si olvidáramos las posibilidades evangelizadoras que nos ofrecen las diversas manifestaciones en torno a Nuestra Señora del Carmen, Patrona y Madre muy amada de nuestras gentes del mar.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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