DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Llamados a hacernos prójimos de cada persona

Publicado: 28/09/2008: 830

Los malagueños pertenecemos al mundo rico de Occidente y estamos insertos, por nuestro nivel de vida, entre los privilegiados. Cuando se habla de la pobreza y de las dificultades económicas, tenemos que reconocer esta situación especial y no olvidarnos de los pobres de la tierra, de aquellas personas que apenas disponen de un euro cada día para cubrir todas sus necesidades.

Pero el ritmo vertiginoso en que se pierden puestos laborales está llevando a los trabajadores que se ven afectados por este hecho a situaciones extremadamente graves. Con la dificultad añadida de que se han debilitado los vínculos familiares, y la familia actual ya no se hace cargo de los parados, como sucedía en épocas aún cercanas. Por lo demás, la situación puede agravarse en los próximos meses.

Según datos de un estudio reciente, elaborado por Caixa Catalunya, en España hay cerca de 10 millones de pobres. En líneas generales, este informe coincide con los datos que dio Cáritas española hace 20 años; y ello significa que el progreso económico de nuestro pueblo no ha repercutido significativamente sobre el desarrollo de la justicia social. Pero el factor más preocupante de los datos actuales consiste en que la pobreza se ceba de manera especial en los niños y en los ancianos mayores de 65 años. Además, si uno de cada cuatro menores vive, en España, por debajo del umbral de la pobreza, en el caso de los niños inmigrantes es uno de cada dos.

Ante esta dura situación, los seguidores de Jesucristo debemos actualizar con más tesón la invitación a hacernos prójimos de cada persona que vive cerca de nosotros. Él nos dijo que todo lo que hacemos o dejamos de hacer por una persona en apuros, lo hacemos y lo dejamos de hacer por Él. De ahí la importancia de que las comunidades de la diócesis profundicemos en la línea de nuestro Plan Pastoral para este curso, que nos alienta a vivir la fe y a encarnar los valores evangélicos, intensificando la práctica del amor fraterno y mirando a los demás con alma samaritana.

No basta con que en nuestras parroquias esté instituida Cáritas, un organismo destinado a potenciar y a canalizar de manera eficaz la ayuda a los demás en todos los aspectos de la existencia humana, sino que hay que revitalizar los sentimientos fraternos de los cristianos. Pienso especialmente en la pobreza y en soledad de los mayores y de los niños, en la frustración de los que han perdido su trabajo, en la desesperación de los inmigrantes, en la difícil situación de las familias monoparentales… Cuando parece que se está desarrollando una lucha feroz de los más fuertes contra los débiles, los católicos tenemos que hacerse presentes en medio de éstos y detener las amenazas de todo tipo que los acechan.

Precisamente porque vivimos tiempos difíciles, nuestras parroquias se tienen que convertir también en lugares de escucha, en casas de acogida y en centros de ayuda a los más necesitados. Y es necesario que todos los que tenemos un trabajo y podemos llegar a fin de mes sin apuros, desarrollemos el espíritu de la austeridad y del compartir, como forma evangélica de vivir la fe en el hoy de Dios. Sé que nuestra aportación es una gota de agua en un inmenso océano, pero puede mantener despierta la denuncia profética ante una situación de emergencia que sólo minimizan aquellos que se pueden asignar el propio sueldo. No podemos aceptar las amenazas que pesan sobre los débiles (los niños no nacidos y los enfermos graves), ni que la pobreza se cebe en los ancianos y en los niños, los preferidos de Dios.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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