DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

La entrañable y difícil tarea de ser padres

Publicado: 08/10/2006: 855

Una de las experiencias humanas más ricas y apasionantes es la de la maternidad y la paternidad, cuando los hijos son deseados y fruto del amor de la pareja. Esta sensación de plenitud no se agota en dar la vida biológica, sino que adquiere su sentido más hondo en la tarea educativa, que se realiza mediante la convivencia, cuando los esposos impregnan su hogar de ese calor humano que deriva de la ternura, la confianza y el diálogo.

Pero la convivencia entre padres e hijos se ve muy mermada hoy, debido a las condiciones laborales de la existencia moderna. A veces, da la impresión de que no se sabe que los niños necesitan un contacto gratificante y prolongado con sus padres, tanto como la atención médica más esmerada. Porque su buen estado de salud, entendida ésta de manera integral, depende no solo de las vacunas y planes alimenticios, sino también del trato que reciben en casa. De ahí la importancia de dedicar tiempo a escucharles, a jugar con ellos, a reír juntos y a explicarles el por qué de las decisiones que se toman sobre sus horarios y comportamientos. Sin embargo, para que esta tarea resulte eficaz es absolutamente necesario que el padre y la madre se pongan de acuerdo y mantengan una misma línea de conducta. Cuando el hijo percibe algún desacuerdo entre sus padres, no sólo se siente inseguro, sino que se aprovecha para actuar de acuerdo con sus caprichos.

En esta entrañable tarea de ser padres, me voy a permitir poner de relieve las tres puntos de atención que considero prioritarios. El primero es el de participar activamente en el colegio, visitando a tutores y profesores, apoyando su labor y participando en las AMPAS. Es conveniente que sepáis qué les ofrecen a vuestros hijos a través de talleres y actividades complementarias en apariencia inocentes. Especialmente en las que versan sobre la educación sexual, que muy frecuentemente se limitan a ser una información de la genitalidad humana, al margen de los valores éticos y del amor de la pareja.

Otro de los campos a tener en cuenta es el de Internet y el de la televisión. Hay que educar para la libertad y la responsabilidad, pero hay que educar. Y eso implica un diálogo constante con vuestros hijos sobre lo que ven y sobre los territorios por los que “navegan”. Comprendo que es un tema difícil y delicado, pero se puede pedir consejo a los expertos y se debe tener el valor de abordarlo. No hablo de censurar o prohibir como la actitud más idónea, pero tampoco conviene dejar al hijo, que carece de una capacidad crítica adecuada, en manos de lo que ofrecen quienes buscan ganar dinero sin ningún tipo de escrúpulos. Es cuestión de mesura y de sensatez, de acuerdo la madurez de cada niño o adolescente.

Finalmente, es necesario colaborar con la parroquia en la iniciación cristiana de los niños, y no basta con apuntarles a la catequesis parroquial. Sin la participación de los padres en su proceso, es muy difícil que esa hora semanal que ofrece la parroquia dé los resultados apetecidos. Por supuesto, hay que acompañarlos a misa los domingos, que es el mínimo que deben hacer los padres que llevan a sus a la parroquia para que reciban la catequesis, pero además hay que implicarse en la catequesis. No olvidéis que vosotros sois los educadores naturales, pues Dios ha puesto en vuestras manos la entrañable y difícil tarea de ser padres: de dar vida en plenitud para el cuerpo y para el espíritu.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
Más artículos de: Cartas Pastorales Mons. Dorado
Compartir artículo