DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

La clase de religión y la tarea educadora de los padres

Publicado: 30/09/2007: 814

Las familias andaluzas, en nuestro caso las familias de Málaga, seguís eligiendo por absoluta mayoría la clase de religión católica para vuestros hijos. Aunque existen diferencias explicables, esta mayoría absoluta se da en los colegios públicos y en los de carácter confesional. En mi condición de Obispo de Málaga, os felicito por esta decisión absolutamente libre, que cada año se convierte en una especie de plebiscito en favor de la enseñanza de la religión en la escuela. Si algo llama la atención, es que una minoría se siga oponiendo con gran tenacidad a lo que decidís la mayoría de los ciudadanos por uno de los escasos procedimientos de democracia directa que tenemos. La legislación os ampara y el dinero que se invierte es el que vosotros habéis entregado por la vía de los impuestos.

Vuestro respaldo constituye, para los profesores de religión católica, un motivo más para ejercer su tarea con absoluta profesionalidad. Como docentes, ellos presentan a la inteligencia de los alumnos los contenidos básicos de nuestra fe, su comprensión, las razones que avalan la enseñanza de la Iglesia y el desarrollo de la fe en Jesucristo a lo largo de los siglos. Su tarea no consiste en impartir catequesis, donde se invita a los niños a convertir en vida la fe que les proponen y a integrarse en la oración de la Iglesia. Lo suyo es la enseñanza, que se dirige a la razón y enseña a pensar y a discernir.

Precisamente por ello, vuestra misión de educar en la fe conserva su relevancia y su importancia, pues nadie os puede sustituir en la iniciación cristiana de vuestros hijos. Por supuesto que es necesario que habléis con su profesor de religión, para que éste os informe de cómo ve a vuestros hijos y que le exijáis competencia y esfuerzo, pero los transmisores de fe sois vosotros. Incluso cuando vuestros niños acuden a las catequesis parroquiales. Os corresponde a los padres enseñarlos a rezar, cuidar el desarrollo de esa urdimbre humana básica que son sus sentimientos religiosos, responder a sus preguntas, introducirlos en la vida de esa gran familia que es su parroquia, ayudarles a discernir lo que está bien de lo que está mal y fortalecer su voluntad para que lo cumplan.

Es una tarea delicada, que requiere tiempo y paciencia, pero los padres habéis recibido la gracia de la paternidad por el sacramento del matrimonio. En la medida en que intentéis vivir con hondura vuestra fe, seáis testigos de los valores evangélicos que deben configurar la existencia de todo cristiano y pidáis ayuda al Señor, descubriréis la luz que os orienta y las energías oportunas para educarlos en la vida evangélica.

Esta iniciación cristiana tiene su base y fundamento en la vida de fe de la pareja, que sabe convertir su hogar en una “iglesia doméstica”, donde se ora, se alimentan los conocimientos con la lectura de la Palabra de Dios, se busca la verdad y se trata de vivir en el horizonte las Bienaventuranzas. Pero, además, hay que tener muy en cuenta el carácter y la edad de cada hijo, porque la iniciación en la vida cristiana no debe impedir el ejercicio de la razón crítica, de la iniciativa y de la libertad personal de los niños que el Señor os ha regalado y confiado.

Termino con una felicitación efusiva a todos los que habéis inscrito libremente a vuestros hijos en la clase de religión, pero también con una llamada a que mantengáis el contacto con sus profesores y a que os preocupéis de iniciarlos en la vida cristiana. Es un derecho y un deber que adquiristeis, y que prometisteis cumplir, cuando pedisteis el bautismo para ellos. Y nadie os puede sustituir dignamente en esta entrañable tarea.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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