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Jesús de Nazaret: seis claves de lectura

Publicado: 25/11/2007: 1417

En la fiesta de Cristo Rey, os invito a reavivar vuestra fe y vuestro amor a Jesucristo mediante un conocimiento más profundo y un seguimiento más fiel. Pienso que, además del Catecismo de la Iglesia Católica, la lectura sosegada del libro “Jesús de Nazaret”, de Joseph Ratzinger, nuestro Papa Benedicto XVI, puede constituir un buen medio. Muy entrenado en los métodos de investigación modernos, el autor presenta los aspectos centrales de la vida pública de Jesús con argumentos sólidos y rigurosos. Su estudio no es una biografía, pero intenta dar respuestas a algunos problemas que, sobre la figura del Señor, han planteado varios estudiosos a lo largo del siglo XX.

Por mi parte, os ofrezco seis claves para la lectura y el estudio de esta obra. Pienso que no son las únicas, pero sí las más importantes. Y al compartir estos puntos de vista, únicamente pretendo animar a que seáis muchos los que acojáis las enseñanzas de este hombre de Dios, que, como dice el Presidente de la Conferencia Episcopal Española, tiene “el don de la Palabra”.

La primera convicción que intenta transmitir a los lectores es que podemos conocer lo fundamental de la persona histórica de Jesús de Nazaret (sus hechos y dichos), a través de los evangelios y de los demás escritos del Nuevo Testamento. Es decir, que el Cristo que confesamos en el Credo de la Iglesia es el mismo Jesús que recorrió los caminos y murió en el Calvario.

En segundo lugar, nos dice que cuando confesamos que Él es el Hijo unigénito de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, no añadimos a su persona elementos nuevos que no se hubieran manifestado en la existencia humana de Jesús. Sólo presentamos de una manera más explícita y con palabras técnicas lo que Jesús había dicho de sí mismo. Porque no fue sólo un hombre excepcional, el mejor de los nacidos, sino el Hijo eterno del Padre, que se hizo hombre para compartir nuestra existencia y para hacernos partícipes de su condición divina.

Contra lo que afirman algunos, Jesús de Nazaret conocía su identidad más profunda, tenía conciencia de quién era, aunque como dice San Pablo en su carta a los cristianos de Filipos, se despojó de su rango y tomó la condición de siervo, pasando por uno de tantos. Él sabía quién era y por qué había venido a esta tierra, como se lo comunicó a sus discípulos.

Como Hijo unigénito del Padre, Jesucristo es el Rostro humano de Dios, su Imagen más lograda y su Palabra más elocuente. En Él, Dios se acerca a cada uno de nosotros y a la humanidad toda, para que podamos vivir como sus hijos adoptivos. Además, no sólo vino a hablarnos de Dios y a llamarnos a su amistad, sino que nos da a todos la posibilidad misma de responder con amor a nuestro Padre y de ejercer de hermanos con todos los hombres; de manera especial, con los pobres y con los que no parecen amables ni se sienten amados.

En quinto lugar, nos presenta a la Persona de Jesucristo con exquisita fidelidad, pero también de una forma actualizada y novedosa, que habla con autoridad y tiene palabras de vida también para el hombre de hoy, porque es la única respuesta a los anhelos de verdad, de justicia, de paz, de bondad y de belleza que anidan de manera más o menos consciente en el corazón humano.

Finalmente, este conocimiento sólido y fundamentado de Jesucristo es la respuesta mejor a esa proliferación novelesca que circula por el mercado actual y puede inducir a los católicos que no cultivan su fe a naufragar en un mar de dudas, por no estar preparados para dar razón de su esperanza.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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