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Jesús de Nazaret es el Cristo de la fe

Publicado: 16/09/2007: 898

Nuestro Proyecto Pastoral Diocesano tiene por objetivo “Fortalecer y transmitir la fe de los cristianos”. Y pienso que una manera muy amena y provechosa de hacerlo consiste en leer y comentar el libro del Benedicto XVI, Jesús de Nazaret. “Este libro, dice él, es fruto de un largo camino interior”. No es una biografía de Jesucristo en sentido propio, sino la presentación de su persona a la luz de los evangelios, con la actualización necesaria para que el hombre de hoy se encuentre con Él y pueda vivir experiencias de resurrección. De momento, el Papa no aborda todos los temas que tiene previstos, sino que se detiene en la primera parte de su vida pública: comienza con el bautismo y llega a la transfiguración. Promete una segunda parte en la que abordará la infancia de Jesús, su pasión, su muerte y su resurrección.

Es un estudio riguroso, en el que se transparentan sus muchos años de estudio y de reflexión. Nos hace ver que la fe católica no tiene nada que temer del desarrollo del saber ni de los métodos históricos más exigentes al abordar los evangelios. Por eso nos dice que esta obra “no es en modo alguno un acto magisterial, sino únicamente expresión de mi búsqueda personal del rostro del Señor”. Es decir, desea que se juzgue su enseñanza por la fuerza de sus argumentos y no por el ministerio de Pastor Supremo de la Iglesia que Dios le ha encomendado.

En segundo lugar, sitúa su estudio en el momento actual. Además de explicar cómo pudieron entender los hombres de su tiempo las tentaciones de Jesús, la llegada del Reino, las Bienaventuranzas, la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo y las sorprendentes imágenes del evangelio de san Juan (el agua, la luz, el vino, el pan...), nos lleva a descubrir qué nos dicen estas palabras del Evangelio a los hombres de hoy. Con un estilo brillante y asequible para el cristiano medio, invita a caer en la cuenta de que el Evangelio está hablando también de nosotros y de nuestra situación. Cada evangelista, dice, no habla como sujeto privado, sino como miembro del pueblo de Dios, “en una comunidad viva y, por tanto, en un movimiento histórico vivo que ni él ni la colectividad han construido, sino en el que actúa una fuerza motriz superior”. Este pueblo “se sabe guiado y llamado por Dios mismo, que, en el fondo, es quien habla a través de los hombres y de su humanidad”. A través de los signos de los tiempos.

En tercer lugar, es un obra que hace pensar. No se limita a ilustrar la inteligencia con argumentos sólidos, sino que provoca preguntas importantes y mueve el corazón del lector al encuentro con Cristo. A medida que va conociendo a Jesús de Nazaret, el lector se da cuenta de que es el Cristo y de que “sólo si ocurrió algo realmente extraordinario, si la figura y las palabras de Jesús superaban radicalmente todas las esperanzas y expectativas de la época, se explica su crucifixión y su eficacia”. El escriturista tiene que limitarse a decir lo que pasó, pero Benedicto XVI como teólogo, iluminado por la fe, lleva al lector a preguntarse cómo es posible que el hombre Jesús, al cabo de veinte años de su muerte, induzca a sus seguidores a afirmar que “era igual a Dios, pero que se despojó de su rango, se hizo hombre, se humilló hasta la muerte en la cruz y que a Él corresponde (...) la adoración que Dios había anunciado en el profeta Isaías y que sólo Él merece”. Cómo es posible que el encuentro con Él nos transforme e ilumine.

Finalmente, es una obra muy bella. Quizá porque el Evangelio es ese tesoro que estamos buscando incluso sin saberlo, cuando nuestra inteligencia y nuestro corazón transcienden el bien, la verdad y la belleza concretos con ese anhelo de plenitud que hizo decir a San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti”. El Papa ha querido hacernos partícipes de su experiencia viva de Jesucristo, fruto de  un rico camino interior, en el que han participado su inteligencia, su oración, su meditación del Evangelio, su vida fe y su diálogo con el mundo moderno


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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