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El sacramento del perdón divino

Publicado: 04/03/2007: 1249

Muchos católicos hemos comenzado la Cuaresma con la imposición de la ceniza. Es un rito muy antiguo, que hunde sus raíces en la sagrada Biblia. Los creyentes se cubrían la cabeza con ceniza o se sentaban sobre ella como expresión de humildad y penitencia. A nosotros nos invitó el sacerdote a arrepentirnos de nuestros pecados y a convertirnos en el Evangelio, porque a los gestos externos debe corresponder siempre la sinceridad del corazón y la coherencia de la vida.

Con palabras de Benedicto XVI, dirigidas a los que habían acudido a celebrar la imposición de la ceniza, “lo que cuenta, en realidad, es volver a Dios, con un corazón sinceramente arrepentido, para obtener su misericordia. Un corazón nuevo y un espíritu nuevo es lo que pedimos en el Salmo penitencial por excelencia, el Miserere, que hoy cantamos con el estribillo ‘Misericordia, Señor: hemos pecado’. El verdadero creyente, consciente de que es pecador, aspira con todo su ser (espíritu, alma y cuerpo) al perdón divino, como a una nueva creación, capaz de devolverle la alegría y la esperanza”.  Y sabéis que el medio ordinario para recibir este perdón es el sacramento de la penitencia.

Se equivocan gravemente los hijos de la Iglesia que no valoran este sacramento y no acuden a él para encontrarse con Dios y reanudar su camino evangélico. Como nos dejó escrito el Papa Juan Pablo II, “sería pues insensato, además de presuntuoso, querer prescindir arbitrariamente de los instrumentos de gracia y de salvación que el Señor ha dispuesto y, en su caso específico, pretender recibir el perdón prescindiendo del sacramento instituido por Cristo precisamente para el perdón” (RP 31).

Es digno de todo encomio el interés con que los sacerdotes y los responsables de liturgia preparan celebraciones comunitarias de la penitencia en las diversas parroquias, pero urge intensificar también las catequesis oportunas para explicar, especialmente a los miembros más jóvenes, el sentido de la confesión y las condiciones necesarias para recibir el fruto de la misma.

Nuestro Proyecto Pastoral dice, con realismo, que la “necesidad de revitalizar los sacramentos se hace especialmente urgente en lo que se refiere al sacramento de la penitencia, tan poco frecuentado actualmente por la mayoría de los cristianos”. Pienso que este esfuerzo se debe convertir en una prioridad pastoral para los sacerdotes y para los catequistas de niños, de adolescentes y de adultos.

Frente a una visión pesimista y a una práctica rutinaria de la confesión, nuestro Proyecto Pastoral hace suyas las atinadas palabras de un teólogo actual, que dice “si lo comprendes verdaderamente, con la mente y con el corazón, sentirás la necesidad y la alegría de hacer experiencia de este encuentro, en el que Dios, dándote su perdón mediante el ministro de la Iglesia, crea en ti un corazón nuevo, pone en ti un Espíritu nuevo, para que puedas vivir una existencia reconciliada con Él, contigo mismo y con los demás, llegando a ser tú también capaz de perdonar y amar, más allá de cualquier tentación de desconfianza y cansancio”. 

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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