DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Vosotros seréis mis testigos

Publicado: 19/03/2007: 1047

Carta pastoral de Mons. Dorado Soto con motivo del Día del Seminario


Hoy deseo dirigir mi reflexión y mis palabras a vosotros, los jóvenes de nuestras comunidades cristianas. Y lo voy a hacer mediante un diálogo personal. Es posible que nadie te haya planteado aún de manera directa la posibilidad de abandonar tus proyectos de futuro y poner íntegramente tu vida al servicio de Dios y del hombre. Yo sólo te propongo que lo analices con sosiego, como una posibilidad fascinante de pasar por el mundo haciendo el bien, en el nombre del Señor y con su divina gracia. Comprendo que la simple insinuación de que Dios cuente contigo para ser sacerdote te desconcierte e incluso te produzca cierto miedo, ¿por qué no decirlo? Pues ser sacerdote en pleno siglo XXI no es un cometido fácil.

Desde luego, no todos los jóvenes cristianos, por muy íntegros y fervorosos que sean, sirven para esta misión; sólo aquellos que Dios ha elegido. ¿Y cómo puedes saber que eres uno de ellos? Si tienes una fe alegre, si ya has vivido una experiencia honda de encuentro con Dios y si amas profundamente a nuestro mundo, con sus logros y con sus carencias, tienes un primer indicio. Además, hay que ser personas dotadas de una lúcida fortaleza interior, que no cambian de amigos y de proyectos cada mes, sino que buscan apasionadamente la verdad del hombre y se dejan guiar por la luz de la inteligencia y de la fe. Las veletas sólo sirven para indicar la dirección del viento del día, no para señalar a otros el camino. Por otra parte, la vida del sacerdote es muy hermosa para el que se sabe llamado por el Señor, pero requiere también una buena salud mental y hasta física, pues no es un refugio para gente acomplejada, sino un enorme desafío para el que busca vivir el Evangelio intensamente; ser santo. Finalmente, hay que tener una inteligencia media y una buena capacidad de trabajo, para adentrarse en el misterio de Dios y del hombre y saber dar razón de nuestra esperanza.

Todos éstos son únicamente indicios y, aunque parezcan condiciones mínimas, la vocación o llamada de Dios no se decide sólo por la preparación o las cualidades que uno tiene, sino que se vislumbra en el encuentro de fe con Jesucristo. Un encuentro del que conviene hablar con personas más expertas, para que te ayuden a discernir. Aunque en último lugar, eres tú quien tiene que tomar la decisión libre y responsablemente, pues nadie puede ni debe decidir por ti.

A veces, cierta cautela nos lleva a preguntarnos si seremos capaces de perseverar en el camino emprendido, ya que otros jóvenes generosos y nobles comenzaron y luego han abandonado. No los vamos a juzgar, pero advierte que la vocación no se decide de una vez para siempre, sino hay que mantenerse a la escucha de Dios y responder cada día a sus mensajes y llamadas. Si descuidamos la oración y la búsqueda, es natural que perdamos el rumbo. Pero cuando nos mantenemos atentos a la voz divina, Él nos guía y nos sostiene también en medio de la oscuridad y de las dificultades que son intrínsecas a la vida sacerdotal.

El resto, no es difícil: buscar el rostro de Dios y dar testimonio a los demás de lo que te ha sucedido desde el día y hora en que te encontraste con Jesucristo. Es así como evangelizaba San Pablo: proclamando su experiencia que Dios nos ama, de que su amor transforma nuestro corazón y de que nos ha enviado para pasar por el mundo haciendo el bien; especialmente a los que nadie quiere, a los pisoteados y olvidados. Por supuesto que conoce nuestros pecados, pues llevamos un tesoro en una vasija de barro, pero hasta de ellos se sirve para hacer presente su Reino en nuestro mundo.

Por lo demás, el sacerdote es un milagro de la gracia. Por eso sabe que tiene que alimentar su vida diariamente con la lectura de la Palabra, a los pies del sagrario si es posible, cogido de la mano de Santa María, Madre de Dios y de la Iglesia. Por mi parte termino diciéndote que si hoy oyes la voz de Cristo, no cierres tu corazón a su llamada.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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