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Benedicto XVI, un gran catequista

Publicado: 29/06/2007: 916

Carta Pastoral de Mons. Dorado Soto con motivo de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo

Día del Papa
 

Con ocasión de la fiesta de San Pedro, los católicos tenemos un recuerdo especial para el Santo Padre, materializado en la intensificación de las plegarias por él, en un donativo que lleva el título de “óbolo de San Pedro” y en otras muestras de afecto y gratitud. Esto se debe a que Pedro recibió de Jesucristo una misión especial dentro del grupo de los doce Apóstoles, misión que se traduce en un servicio cargado de autoridad para con toda la Iglesia y de responsabilidad ante Jesucristo: el servicio a la unidad en la caridad, y al mantenimiento de la fe apostólica.

En esta misión eclesial, con sus prerrogativas, San Pedro tiene como sucesores a los Obispos de Roma. Benedicto XVI es el número 264 de dichos sucesores. Cuando le llamamos Papa, hacemos nuestro un título antiguo, que significa sencillamente “padre”. Tenemos constancia escrita de que se usaba ya en la segunda mitad del siglo IV y nunca ha dejado de emplearse. Quizá porque une la autoridad apostólica, con la que revistió Jesucristo a San Pedro, a la experiencia humana universal del padre que cuida de todos sus hijos con afecto bondadoso.

Es el caso de Benedicto XVI. Cuando salió elegido, hubo algunas voces que le presentaron como una persona intransigente, muy mayor para estar al frente de la Iglesia y demasiado intelectual para comprender la vida y la fe de la gente sencilla. Han sido suficientes tres años de ejercicio del pontificado para deshacer dichos prejuicios y para ganarse el afecto del Pueblo de Dios y el respeto de las personas de buena voluntad. La actitud sencilla y humilde con la que se presenta, su bondad cercana, la paz que irradia y su lenguaje, a la vez profundo y asequible, le han convertido en ese Papa, ese “padre”, a quien se escucha con agrado.

Los sacerdotes que han tenido la dicha de recibir su visita, en algún barrio de Roma o en el lugar en el que estaba de vacaciones, han visto en él esa persona llena de sabiduría y de comprensión, a quien se le podía plantear cualquier pregunta seria. Y no los ha defraudado, con sus respuestas humildes, realistas y llenas de esperanza. Ha sabido presentarse como un padre lleno de sabiduría y comprensión, que trata de confirmar en la fe a sus hermanos, sin rehuir la oscuridad de la fe y la propia perplejidad ante muchas preguntas que nos hacemos todos los creyentes, incluido el Santo Padre.

A los padres cristianos, os recomiendo leer y meditar sus catequesis profundas y luminosas sobre el bautismo. Una ellas ha sido publicada por la Conferencia Episcopal Española y constituye un precioso material para los padres que se preguntan si bautizar a sus hijos y por qué. En ellas, Benedicto XVI, con la sencillez de los sabios, presenta el sentido del bautismo a la luz de los ritos y gestos de la celebración, y suscita el anhelo de adentrarse en el misterio cristiano.

Para el Pueblo de Dios en general, resultan provechosas sus catequesis de los miércoles, en las que presenta la fe de siempre con un lenguaje fresco y actualizado, capaz de interpelar al hombre de hoy. Y, por supuesto, no me olvido de su Encíclica “Deus Charitas Est” ni de su Exhortación apostólica “Sacramentum charitatis”. Son dos aspectos verdaderamente centrales y actuales de la fe que profesamos: Dios y la Eucaristía.

Además de rezar por el Papa y de contribuir generosamente al donativo que le vamos a enviar como Iglesia de Málaga, una forma de expresarle la gratitud y el afecto consiste en leer, acoger y meditar sus enseñanzas. Algo que, con las nuevas tecnologías, es fácil tener a mano. No olvidéis ese dicho tan castizo y tan evangélico de “obras son amores”.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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